JESÚS J. BARQUET, sobre CALENTURA

Jesús J. Barquet

REINVENTAR/REESCRIBIR A VIRGILIO PIÑERA: CALENTURA DE TERESA C. BARRETO

El libro Calentura, de Teresa Cristófani Barreto (San Pablo: Iluminuras, 2005), permite ser leído como una narrativa de ficción que, como cualquier otra de este tipo, digiere y metaforiza ideas, situaciones, historias y pre-textos de diversos orígenes más o menos inconfesos. Pero también permite ser leído como una biografía literaria o seudoficcional ("que mezcla ficción y seudo-no-ficción", me confiesa Barreto) del autor cubano Virgilio Piñera Llera (1912-1979), miembro espurio del famoso Grupo Orígenes que, si no dominó, al menos aturdió el ámbito cultural cubano (o más precisamente habanero) desde fines de los años 30 hasta la primera mitad de los años 50 del siglo XX; biografía que, además de acudir al intertexto directo como había hecho ya Barreto en su ensayo A libélula, a pitonisa. Revolução, homossexualismo e literatura em Virgílio Piñera (San Pablo: FAPESP/Iluminuras, 1996), acude a la total re-elaboración escrita de varios textos de, y sobre, Piñera que sólo el especialista literario de su obra logra fácilmente reconocer. Tanto en uno como en otro caso, estamos entonces ante un acto de re-escritura de ambigua, y en última instancia innecesaria, clasificación.

Aunque ambos acercamientos resultan ser válidos, el segundo se hace más apremiante porque es allí donde la autora establece con mayor intencionalidad sus claves, como si nos propusiera una nouvelle à clef sobre Piñera y su época que, sólo una vez descifrado, revelaría la riqueza documental y estilística de su arduo trabajo académico y escritural. Se hace más apremiante también este segundo acercamiento porque, leída así, Calentura queda insertada en el fenómeno artístico-literario que toma gran fuerza a partir de los años 90 "descubrir" a los dos grandes maestros del Grupo Orígenes (a saber, José Lezama Lima [1910-1976] y el propio Piñera) y hasta fanatizarse con ellos a escala internacional, formular imágenes ficcionales de sus personas públicas.
Como personaje, Piñera aparece de forma más o menos confesa en memorias también más o menos noveladas como De Peña Pobre (1978), de Cintio Vitier, Virgilio Piñera: entre él y yo (1994), de Antón Arrufat, actual albacea de los manuscritos inéditos de Piñera, y Virgilio Piñera en persona (2003), de Carlos Espinosa Domínguez; en el film Before Night Falls (2000), del estadounidense Julián Schnabel (basado en las memorias Antes que anochezca [1992], de Reinaldo Arenas); en piezas teatrales como Muerte en el bosque (basada en la novela Máscaras [1997], de Leonardo Padura Fuentes, y dirigida por Tony Díaz), María Antonieta o la maldita circunstancia del agua por todas partes (dirigida por Carlos Díaz) y Si vas a comer, espera por Virgilio (2000), de José Milián; en novelas como Calembour (1988), de César Leante, la mencionada Máscaras, El paseante cándido (2001), de Jorge Ángel Pérez, y ahora Calentura.

No la muerte de Piñera, ocurrida en el mayor anonimato y ostracismo en La Habana de 1979, sino su lenta rehabilitación por la oficialidad y la juventud cubanas en los años 80, la progresiva "liberación" posterior de sus manuscritos inéditos quedados en la Isla (en particular, su autobiografía y sus cartas personales), la re-edición por grandes editoriales internacionales de sus obras prácticamente "perdidas" en primeras pequeñas ediciones de los años 40, 50 y 60, y el creciente interés académico por su obra en particular más allá del fenómeno Orígenes en el que Piñera resultaba ser una figura heterodoxa y, en ocasiones, maldita, han hecho de Piñera un objeto de culto tanto dentro de Cuba como en el extranjero.

Esto no debe llevar a pensar, sin embargo, que Piñera fuera alguna vez un autor desconocido dentro de la Isla: desde finales de los años 50, ya era considerado un Maestro (término que retoma Barreto en Calentura) en la narrativa, la poesía y el teatro por varios autores cubanos tales como Antón Arrufat, José Triana, Heberto Padilla y Reinaldo Arenas, prestigio este que siguió teniendo, más tarde en forma clandestina, hasta su muerte en 1979. Es decir, como su antagonista Lezama Lima, Piñera también fue profeta en su tierra. Gozó, además, de cierto renombre desde los años 40 entre figuras extranjeras tales como María Zambrano, Witold Gombrowicz, Jorge Luis Borges y José Bianco.

Dentro del reciente interés internacional no sólo por la obra sino también por la persona pública de Lezama Lima y Piñera, la propia Barreto, en tanto que investigadora académica y profesora de la Universidad de San Pablo, ha desempeñado, desde 1995 un papel fundamental. Producto de sus estudios doctorales es el mencionado ensayo A libélula, a pitonisa: centrado fundamentalmente en los aspectos ideoestéticos de Piñera, este ensayo incluye al final una sección titulada "A Cuba de Virgílio Piñera. Uma cronologia", quizás la bio-bibliografía comentada más completa y fascinante de Piñera escrita hasta la fecha, la cual podría verse como una especie de boceto previo de Calentura, al punto de que le serviría de utilísimo complemento al lector no iniciado en los vericuetos existenciales, epocales y escriturales de Piñera. Barreto es también autora de varios ensayos sobre la obra de Piñera, así como responsable de una página electrónica y la publicación de valiosos documentos y testimonios sobre el mismo.

Por todo ello, la segunda aproximación a Calentura se hace, como apunté antes, más imperiosa. Aunque no se nombre totalmente a Piñera ni se ubique geográficamente su trama, Calentura recoge la vida de pobreza que el Piñera "real" sufrió antes y después de 1959, el descubrimiento de su condición de artista y de homosexual, la enervante alergia que sentía hacia la cotidianidad insular (la Isla concebida como un infierno, como una absurda y calurosa prisión entre las aguas), su trabajo de traductor de la novela Ferdydurke (1947), de Gombrowicz, su miedo o terror ante los nuevos vientos represivos del gobierno de Fidel Castro, su oscura condena de los años 70, sus clandestinas tertulias literarias, su obsesión por la escritura (su grafomanía) y por la libertad individual, y sobre todo, sus textos.

En su obra, como en su vida como bien registra Barreto, allí donde Lezama Lima construye y mitifica, Piñera (u Oscar en Calentura) corroe, parodia y destruye con risas o "gargalhadas que pudessem terminar em tragédia"; donde Lezama Lima fabula idealmente para asentarse con fijeza en una cubanidad de esencias y paisajes, Piñera-Oscar se desvanece en una nada existencial y nacional atravesada de miserias y atrocidades cotidianas que obligan al lector a preguntarse, como él, "de onde é que foram tirar aquela balela dos ares amenos"; donde Lezama Lima descubre una cornucopia barroca, una maravillosa sobrenaturaleza irradiante, la fiesta innombrable de habitar una Isla, Piñera-Oscar señala que "a tal abundância secou", que "o calor está insuportável", que todo es suciedad y fetidez, "que não sei ¾confiesa¾ como é que agüento viver numa terra dessas".

La poética rebuscada y el lenguaje hermético de Lezama Lima se hacen en Piñera-Oscar "fala das comadres falantes, fala das lavadeiras", según comentario de Guillermo Cabrera Infante que también Barreto recoge .

El conocedor de la obra y figura de Piñera se deleita así, no sólo con la propuesta seudoficcional que Barreto hace a través de su personaje Oscar (quien escribe en Calentura su autobiografía, "A vida tal qual", inventando a un personaje llamado Virgílio P.), sino también con su trabajo re-escritural de textos que se han leído y disfrutado antes, pero que ahora reaparecen revelando nuevas texturas: como apuntó Borges sobre el Cervantes creado por la novela del Quijote, los textos de Piñera son convocados ahora por Barreto para crear, en forma diversa y metaficcional, a su Creador. Personajes tales como el Oscar de Aire frío y textos tales como "Discurso a mi cuerpo" acuden, junto con otros, a recrear la escurridiza e imposible imagen histórica de su autor.

Dentro de Calentura se encuentran, además, intertextualizados, la autobiografía de Piñera (dispersa y fragmentariamente publicada después de su muerte), sus Cuentos fríos de 1956 ("La carne" e "Insomnio", en particular), su pieza de teatro Aire frío (1959), su largo poema La isla en peso (1943), su epistolario personal, textos raros como el mencionado "Discurso a mi cuerpo", así como testimonios personales sobre el autor y documentos oficiales de la sociedad cubana posrevolucionaria, tales como los infamantes decretos del Primer Congreso Nacional de Educación y Cultura de 1971.

Las formas diversas en las que Barreto inserta todos esos pre-textos en su escritura podrían ser objeto de un estudio más detenido: la autora utiliza ficción de ficción, personajes dramáticos de Piñera (como Oscar y Luz Marina, de Aire frío) para nombrar y caracterizar al autor y a su hermana, respectivamente; borra las fronteras entre su prosa y la proveniente de documentos literarios o históricos; ofrece traducciones directas de cuentos (por ejemplo, "Insomnio") y otros textos de Piñera cuya fuente alusivamente revela en unos casos mientras que en otros prefiere ocultar; llega hasta a falsear las intertextualidades, como cuando le adjudica a su protagonista reflexiones sobre los vínculos entre escritura y respiración que se deben en realidad a Lezama Lima. No sigue, pues, una sola estrategia escritural, sino que mezcla varias a su antojo, permitiendo en ocasiones que un narrador en tercera persona, tratando de explicarle al lector el complejo tejido de Calentura, irrumpa en reflexiones metaficcionales con mayor o menor ironía o supuesta objetividad académica:

Um interessante artigo sobre o exílio involuntário de Witold G. informa que sua família, de terratenentes, “guardava certa memória nobiliária’. Afirma o autor do referido texto que, desde pequeno, Witold se interessava pela leitura de documentos, mantidos em cofre, que davam notícia da estirpe dos seus.

El previo y riguroso trabajo de investigación de fuentes y ordenamiento y análisis de datos e ideas hecho por Barreto, es ahora la base para una heteróclita y antiacadémica, es decir creativa, escritura en Calentura: se literaturiza el dato objetivo, se subjetiviza el análisis literario, se falsean u ocultan las fuentes y los nombres, los circunloquios borran o ironizan su referente. La voz narrativa pasa de la tercera a la primera persona gramatical; el texto pasa de uno a otro ente de ficción o doble-ficción (de Oscar P.Ll. a Virgílio P.), de uno a otro pre-texto, de uno a otro tiempo (pasado / presente); a la manera de Onetti, unas simples marcas de puntuación o de tipografía (corchetes, paréntesis, comillas, bastardillas) buscan demarcar cambios de voz, de tono, de referencia, en ocasiones de forma irónica. La textura escritural de Calentura resulta ser, entonces, un atractivo terreno movedizo o cenagoso que, tras haber digerido (o canibalizado) en forma diversa los más diversos pre-textos, no vacila ahora en digerir también al lector que busque información o certidumbres extraliterarias o excluyentes procedimientos literarios.

Barreto me confiesa en una carta que su objetivo al escribir Calentura fue escribir una "seudoautobiografía" de Oscar, el personaje en cierta forma autobiográfico creado por Piñera en Aire frío y cuyo nombre, junto al del personaje Marina (Luísa, hermana de Piñera, Luz Marina en Aire frío), Barreto retoma añadiéndole las restantes iniciales del autor (P.Ll.). Al escribir su tesis doctoral sobre Piñera, "aprendí, continúa diciéndome Barreto, que no podía estar segura de ninguna información sobre Cuba y los personajes; por no ser historiadora, decidí entonces escribir en varios registros, géneros, narradores, para poder mostrar exactamente la fractura en la seguridad de las cosas."

A la imposible exactitud superficial de las personas y hechos involucrados que resulta de la investigación histórica, Barreto añade entonces una ecléctica escritura más atenta a la esencia de la circunstancia que a los datos objetivos. Como hizo Piñera con la mayoría de sus personajes, Barreto deslocaliza histórica y geográficamente a sus entes ficcionales (provengan o no de la realidad extraliteraria) en Calentura, sin por ello traicionar lo esencial de sus vidas. Nos entrega una nouvelle à clef que, aunque le reclama al lector la revelación de cada clave (clef) y a veces hasta lo ayuda en esta empresa, no quiere renunciar a ser, antes que todo, un texto de ficción (una nouvelle), es decir, una obra nacida totalmente de la imaginación bien informada, pero libre, de su autora.