"Paisaje de arcilla", Alejandro Aguilar.



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ELEMENTO 602

Es la anguila. Hiperactivo, inteligente, débil. El honor siempre al rescate por sus amigos de entre los puñetazos de todo adversario conque se cruce. Su recompensa es la alegre lisonja para los demás; la garantía de que será defendido en una nueva ocasión. El círculo vicioso se rompe en el segundo año, cuando ya casi aprende a valerse por sí solo. Los amigos no pueden salvarlo de los golpes mortales de la leucemia.



TENSIONES

A un jefe de compañía, teniente bravucón y analfabeto, le susurran obscenidades desde lo oscuro. El regordete blasfema, blande su pistola y acciona el mecanismo que la deja lista para disparar. En medio del corredor agita el arma amenazante en la mano derecha, mientras la izquierda sostiene una bota rebosante de mierda. El rostro lívido y la boca endurecida jurando matar al bromista. El sargento "Hitler", vapulea a un elemento que replica a una de sus constantes ofensas. Bajo el sol que atiza los ánimos y la mirada asustada de toda la compañía, el hombre golpea repetidamente al muchacho, como si cada golpe fuera el motivo para otro más fuerte. El debilucho cae o se deja caer en busca de perdón. El sargento se recompone y decide poner en marcha a la compañía. Vocifera las órdenes de mando pero nadie se mueve. Los ciento veinte muchachos parecen estar sordos. La ira contenida los petrifica como el magma. El hombrecillo empuja, ofende, pero la masa se torna piedra filosa, desafiante. El se hunde sin remedio en la histeria y desaparece en los dormitorios. Esa madrugada, una tormenta de puñetazos y palos devasta lo que queda del bravucón. Poco antes del amanecer, se interna en la espesura más allá de las cercas. Minutos después retumba un disparo multiplicado por el eco. Los que acuden junto a otros oficiales, hallan al sargento "Hitler" tumbado entre la yerba y sangrando. La farsa de suicidio con un disparo a sedal en el estómago, sólo logra que sea degradado y lo expulsen del cuerpo por actitud deshonrosa. Nadie cuestiona la golpeadura al estudiante.



ELEMENTO 695

Es la inteligencia protegida bajo una coraza de falsa locura y mordacidad. El terror de los oficiales que huyen despavoridos ante sus argumentos sobre las ausencias a clases de infantería porque ha venido a visitarle Garcilaso de la Vega, las tardanzas al matutino por estar a la caza de unos protones que entran en las mañanas al dormitorio o la rebaja del servicio por tener inflamación en la hipotenusa.



LECCION DE HONESTIDAD

El deterioro se multiplica por todas partes. Los uniformes raídos, los clavos de las botas aguijoneando los pies, la lencería del pequeño hospitalito remendada y pardusca, los techos perforados por las piedras y atravesados por la lluvia recurrente. Pero en el matutino de hoy se informa que habrá inspección del Estado Mayor. Vendrá un alto oficial de apellido tan exótico que el teniente jefe de compañía no puede repetir. Hay que mostrar al mando que esta es una escuela modelo. Los próximos días serán duros. Habrá que arreglar muchas cosas para que los visitantes encuentren la verdad que desean constatar. Aparecen los zapatos nuevos y los uniformes tanto tiempo retenidos en los almacenes. La alimentación mejora notablemente. Las piedras que bordean los senderos vuelven a blanquear. Se ordena a los elementos engalanar las aulas y hacer verdaderas obras naif de jardinería frente a los dormitorios. Los retazos de la enseña nacional que por mucho tiempo se debatieran agónicos en el asta, son sustituidos por una bandera nueva. La ceremonia de incineración que exigen los reglamentos no se verifica. El tiempo apenas alcanza antes que llegue la inspección. En la tribuna que preside el polígono de marchas y los actos masivos, aparece una valla con una inscripción en letras rojas: "LA ARCILLA FUNDAMENTAL DE NUESTRA OBRA ES LA JUVENTUD” Ernesto Ché Guevara. El día señalado se inicia con un nerviosismo evidente entre la oficialidad. Los alumnos en cambio, se mueven entre la obediencia a las miradas fiscalizadoras de los jefes y el desgano cuando están fuera de su alcance.



ELEMENTO 603

No se cansa de hacer historias maravillosas de la costa y su familia de carboneros. Habla de su tío, capaz de andar descalzo por el "diente de perro" llevando sobre los hombros un saco de carbón. Un día trata de imitarle y sus pies sangran. El tío lo alza con saco y todo y sigue desafiando los bordes filosos que parecen ablandarse ante su robustez. El sobrino recibe con sonrisa tímida las bromas de los otros cuando narra sus historias en esa especie de dialecto entre mágico y arcaico de la ciénaga. Y piensa que no debe molestarse con la pobre gente de la ciudad, tan carente de la sabiduría que da la tierra.



LA FORMACION DEL HOMBRE NUEVO

¡Elemento 853 pide permiso para responder la pregunta! ¡Puede! Se incorpora en posición de firmes ¡Permiso para ponerme cómodo! ¡Puede! Separa ligeramente los pies y coloca las manos a la espalda. El cuerpo no pierde rigidez. La vista se mantiene al frente, sin abarcar siquiera al profesor que ha hecho la pregunta. Así ha sido durante cuatro años. Una vez dada la respuesta ¡Elemento 853 pide permiso para sentarse! ¡Puede! El profesor evalúa el conocimiento. Desde el fondo del aula, o sigiloso, a través de una ventana, el sargento controla. A la menor transgresión de los reglamentos, aparecerá amenazante e impondrá un reporte. Así consolidará la formación consciente del hombre nuevo que le ha sido encomendada por el Mando Superior.



ELEMENTO 701

Tal vez el más noble de todos, el único capaz de asimilarse a la disciplina militar como la más simple de las rutinas; de mantener sus botas y uniforme limpios; de estudiar incluso y obtener las máximas calificaciones sin despertar envidia sino admiración; de ser amigo de todos, los oficiales incluídos y no recibir jamás un reporte. Es el hijo que todo padre quisiera tener, para enviarlo a una escuela militar y poder mostrar luego a los amigos el mejor pendón de su orgullo.



LIBERTAD A LA VISTA

Abandonan las aulas luego del último examen. Es el cierre del cuarto año en la escuela. Para muchos, comienza realmente la carrera, al ingresar en un instituto militar de altos estudios, de donde saldrán en cinco años como oficiales. Entonces tendrán poder de mando y subordinados que obedecerán sus órdenes. Para otros hoy es el comienzo del fin ¡La libertad! El fracaso del sueño paterno a pesar de las presiones y el logro de la ansiada condición de civil. Ser un muchacho normal que se viste como quiere, que ve a su novia y comparte con los amigos cada día. Que puede andar las calles de la ciudad, ver autos de diferentes colores y modelos, ropas distintas y gente de todo tipo. Terminan las marchas, las órdenes de mando taladrando el oído, el cerebro, la paciencia; las guardias nocturnas con un falso fusil de calamina para envalentonarse frente a los perros salvajes y las vacas que de vez en cuando visitan el dormitorio. Ya no más reportes, ni deméritos, ni pases suspendidos, ni la novia suplantada con dolor por la masturbación auxiliadora. El fin de los simulacros militares con balas de salva y las pesadas bases de morteros a las espaldas de sus catorce años; de los bosques incendiados que hay que apagar porque sí y sin que los demás sepan que tienes tanto miedo a las llamas como los demás; de las movilizaciones al campo y el trabajo rudo porque para eso están los hombres curtidos. Y los militares.



EL FIN

La noche anterior es la catarsis incontenible. Hay peleas por los últimos ajustes de cuentas, bromas pesadas, algarabía. A las tres de la mañana la situación es incontrolable. De un dormitorio a otro vuelan piedras y pomos con "mofuco", un preparado con toda materia orgánica posible que se ha enterrado muchos días antes para que esta noche la fetidez y los gases tengan la mayor explosividad. Hay un herido con un adoquín y en este punto los oficiales deciden intervenir. Son las tres de la madrugada, llueve y el frío castiga a los miembros de la compañía llamados a formación por el jefe de batallón en persona, que los sermonea con dureza, haciendo gala de toda su experiencia pedagógica. Usa palabras como velguenza, hemosexuales y maricones, en un discurso interminable. Pero todos saben que es el último, ya no del día, sino de toda la vida. Rendidos por el frío y el sueño, los sinvelguenza duermen lo que resta hasta el amanecer. Hay ceremonia de fin de curso a las diez, pero muchos no esperan. Son libres y nada les hace sentir que deban soportar ese último acto. Salen a pie y en grupos, dejando tras ellos sus objetos personales, la ceremonia, la escuela y cuatro años de sus vidas. Van con el pecho y los ojos abiertos, dispuestos a tragarse la ciudad. A recuperar el tiempo que han pasado en esta especie de laboratorio. Los conejillos evadidos esta vez son unos setenta entre quinientos que se gradúan. Una minoría, por tanto, sin importancia...



ELEMENTO 610

Es la mascota. Una especie de lombriz simpática y cariñosa que no logra entender jamás que está en un centro de instrucción militar. No consigue asumir la posición de atención. Su cuerpo cimbra, se balancea, sus dedos se agitan nerviosos, la cabeza oscila buscando descanso sobre los hombros. Es un alambrito verde oliva que ignora todo orden físico y mental. Como un perro callejero que llegara extraviado al campamento. Hoy termina el último curso y se cuadra en perfecta posición de atención, le hace una mueca de burla al teniente y camina hacia el portón de entrada a la escuela. Va entre los primeros que desertan en masa luego de cuatro años de ser moldeado en la "disciplina militar".



FIN DEL FIN

Más que las vacaciones de reencuentro con la ciudad y su gente, han estado anhelando este día de septiembre en que comienza el curso escolar. Para estos novatos bachilleres es la primera vez que comparten un aula con alumnas y sin reglamentos militares. Les espera una experiencia alucinante. Están tan nerviosos como el día del primer amor. Tienen un hambre atroz de amistades. Se advierte desde que suben las escalinatas del Instituto. Apenas comienza la primera hora de clases y tocan a la puerta. La profesora responde y entran dos oficiales portando una carpeta roja. Hay estupor entre los alumnos. Los conejillos tiemblan. El oficial lee uno a uno sus nombres. Deben presentarse al día siguiente con sus pertenencias, listos para el reclutamiento. Por una orden especial del Mando Superior, van a una unidad de castigo a trabajar en el corte de caña por tiempo indefinido. Seis meses después son trasladados a la retaguardia del ejército para que completen los tres años de servicio militar obligatorio. El sueño de libertad termina apenas cuando parecía comenzar.



ELEMENTO 622

Cada tarde se oculta entre las yerbas altas y lee página por página la sección de artes y letras del Pequeño Larousse Ilustrado. Su tesoro y escape. Escribe e ilustra ingenuas novelas sobre melenudos que viven de espaldas al mundo. Peace and Love. Los amigos requieren su ayuda para escribir tarjetas de amor y tallar en jabones, libros abiertos con dedicatorias por el Día de las Madres. Luego del FIN de la escuela, es un remedo de hippie tropical, que brigadas de civil trasquilan con violencia en plena calle. Por esos días estudia artes plásticas y teatro. Veinte años después, de vuelta al ajetreo diario de la creación, entre cuentos y poemas, lo asalta esta historia de recuerdos. Entonces escribe.