con su voz, y otros poetas.
Versiones de los poemas Miguel Angel Zapata
Derramo una capa de sal sobre la mesa
y trazo un círculo con mi dedo.
Este es el ciclo de la vida
le digo a nadie.
Esta es la rueda de la fortuna,
el Círculo Ártico.
Este es el anillo de Kerry
y la rosa blanca de Tralee
les digo a los fantasmas de mi familia,
los padres muertos,
la tía que se ahogó,
mis hermanos y hermanas venideros,
mis hijos por venir.
Este es el sol con sus rayos relucientes
y la luna amarga.
Este es el círculo absoluto de la geometría
le digo a la hendidura en la pared,
a los pájaros que cruzan la ventana.
Esta es la rueda que acabo de inventar
para rodar por el resto de mi vida
y lo digo
tocando mi lengua con el dedo.
Les pido que agarren un poema
y lo sostengan en alto a contraluz
como una transparencia de colores
o que presionen una oreja a su colmena.
Digo que dejen caer un ratón en el poema
y lo observen para ver cómo sale
o que caminen dentro del cuarto del poema
y sientan las paredes
les pido que hagan esquí acuático
a través de la superficie del poema
Pero todo lo que quieren hacer
es amarrar al poema en una silla con una soga
y torturarlo hasta que confiese
Ellos comienzan a azotarlo con una manguera
para saber si dice de verdad
De Sailing Alone Around the Room (New York: Random House, 2001)
Tú eres el pan y el cuchillo,
La copa de cristal y el vino.
Jacques Crickillon
la copa de cristal y el vino.
Eres el rocío en el césped
de la mañana y la rueda
ardiente del sol.
Eres el mandil blanco del
panadero y la marisma de
pájaros de repente en vuelo.
Sin embargo, tu no eres el
viento en la huerta, los
ciruelos en el mostrador
o la casa de naipes.
Y ciertamente no eres el aire
fragante del pino.
De ninguna manera eres el aire
fragante del pino.
Es posible que seas el pez debajo
del puente,
hasta tal vez la paloma en la cabeza
del general,
pero ni siquiera puedes soñar ser
el campo de flores de maíz en
el crepúsculo.
Y una mirada rápida en el espejo mostrará
que no eres ni las botas en el rincón ni
el bote durmiendo en su cobertizo.
Te pudiera interesar saber,
hablando de la imaginería juguetona del mundo,
que soy el sonido de la lluvia en el tejado.
Sucede que también soy la estrella fugaz,
el diario de la tarde volando por el callejón,
y la canasta de castañas en la mesa de la cocina.
También soy la luna entre los árboles,
la taza de té de la mujer ciega.
Pero no te preocupes, no soy el pan y el cuchillo.
Tú todavía eres el pan y el cuchillo.
Siempre serás el pan y el cuchillo,
por no decir la copa de cristal y –de alguna manera-
el vino
. De Nine Horses (2002)
Podría ser el nombre de una bestia prehistórica
que pisó la tierra Paleozoica, irguiéndose
en sus patas traseras para mostrar sus enorme vocabulario,
o algún amante dentro de un mito que se ha metamorfoseado en libro.
Significa tesoro, pero es sólo un lugar
donde las palabras se congregan con sus familiares,
un gran parque en que cientos de reuniones familiares
se dan y se dan
casa, hogar, domicilio, vivienda, alojamiento, y hueco,
todas compartiendo el mismo termo y canasta de picnic;
velludo, hirsuto, lanudo, peludo, lanoso, y greñudo,
todas corriendo una carrera de sacos o tirando herraduras,
inerte, estático, inactivo, fijo e inmóvil
paradas y arrodilladas en filas para una foto de grupo.
Aquí padre está junto a progenitor y hermano cerca
a fraterno, separados a penas por finos tonos de significado.
Y cada grupo tiene su primo lejano, aquél
que dio el viaje más largo para estar presente:
astereognosis, polidipsia, o algún impronunciable
substituto de once sílabas para la palabra herramienta.
Hasta sus parientes se sienten sin lentes frente a sus gafetes.
Puedo ver mi propio ejemplar allá en lo alto del librero.
Rara vez lo abro, porque sé que no hay
tal cosa como un sinónimo y porque me pongo nervioso
entre gente que se reúne siempre con los suyos,
formando clubes y clavando letreros en sus puertas cerradas
mientras los demás se ovillan solos en las calles obscuras.
Prefiero ver las palabras afuera por su cuenta, lejos
de sus familias y del depósito de Roget,
vagando por el mundo en el que a veces caen
enamoradas de una palabra completamente extraña.
Seguro has visto parejas paradas por siempre
juntas en la misma línea en un poema,
una capillita donde matrimonios como éstos,
entre perfectos extraños, pueden suceder.
Animated Poetry
animation by Julian Grey
Some Days
Some days I put the people in their places at the table. Bend their legs at the knees if they come with that feature. And fix them into the tiny wooden chairs. All afternoon they face each other. The man in the brown suit, the woman in the blue dress. Perfectly motionless, perfectly behaved. But other days, I am the one who is lifted up by the ribs, then lowered into the dining room of a doll house to sit with the others at the long table. Very funny, but how would you like it if you didn't know from one day to the next if you were going to spend it striding around like a vivid God, your shoulders in the clouds. Or sitting down there amidst the wallpaper, staring straight ahead with your little plastic face
animation by Juan Delcan
The Dead -
The Dead
The dead are always looking down on us, they say, while we are putting on our shoes or making a sandwich, they are looking down through the glass-bottom boats, of heaven as they row themselves slowly through eternity. They watch the tops of our heads moving below on earth, And when we lie down in a field or on a couch, Drugged perhaps by the hum of a warm afternoon, They think we are looking back at them, which makes them lift their oars and fall silent and wait, like parents, for us to close our eyes
Animation by Brady Baltezor
I wondered about you
when you told me never to leave
a box of wooden, strike-anywhere matches
lying around the house because the mice
might get into them and start a fire.
But your face was absolutely straight
when you twisted the lid down on the round tin
where the matches, you said, are always stowed.
Who could sleep that night?
Who could whisk away the thought
of the one unlikely mouse
padding along a cold water pipe
behind the floral wallpaper
gripping a single wooden match
between the needles of his teeth?
Who could not see him rounding a corner,
the blue tip scratching against a rough-hewn beam,
the sudden flare, and the creature
for one bright, shining moment
suddenly thrust ahead of his time -
now a fire-starter, now a torchbearer
in a forgotten ritual, little brown druid
illuminating some ancient night.
Who could fail to notice,
lit up in the blazing insulation,
the tiny looks of wonderment on the faces of his fellow mice, onetime inhabitants
of what once was your house in the country?