Sepultura: de la Tribuna Antimperialista a la sepultura del Che, por Orlando Luis Pardo Lazo


Especial de entresemana.
fotos de Orlando Luis Pardo Lazo




Concierto sin entrantes de música grabada ni banda de apertura o telón. Logotipos de la Unión de Jóvenes Comunista proyectados en las pantallas.

Noche de sábado sin fiebre, pero con frikis 20 ó 30 mil escuchas en la Tribuna Antimperialista, incluidos los policías de uniforme y batón, más los agentes secretos camuflados de fans, además de esa audiencia flotante de guapos y travestis que a toda hora se aburre en el malecón habanero.

Banderas negras de luto ante la embajada norteamericana que ya no es tal. La estatua de Martí con un Ismaelillo en brazos se rodea de piercings, cuero negro, púas de metal, pelos de punta, botines, y botellines de alcohol.

Derrick Green, el vocalita yanqui de la banda Sepultura, de clara en exclusiva al periódico Granma, órgano oficial del Comité Central del Partido Comunista de Cuba: “En Estados Unidos no hay muchas opciones que elegir. Todos los medios están controlados por los centros de poder, los cuales manipulan toda la propaganda. […] Para nosotros ha sido un sueño cumplido presentarnos en Cuba”.

Lluvia intermitente. El edificio de la falsa embajada proyecta un cintillo subversivo en letras paradójicamente rojas. Las astas blancas de las banderas negras bloquean cualquier lectura.



Sepultura improvisa “Singing in the rain” bajo los repentinos chubascos y los frikis cubanos no reaccionan con humor. No reconocen el tema musical, tal vez piensan que se trata de alguna balada del próximo disco de la banda.

Hay música en vivo de 10 y pico de la noche a 12 menos pico de la madrugada. El concierto más breve del mundo. Sepultura vino a Cuba a batir un anti-récord Guinness. “Siempre que Cuba nos abra las puertas entraremos”, declara al propio Granma el guitarrista y director Andreas Kisser: “la comunicación que tuvimos con las personas fue increíble”.

Tarros satánicos en los puños en alto. Besos en la boca, cabeceos y chicas malas en hombros, euforia que no termina de explotar: desasosiego e incredulidad ¿No serán éstos unos dobles de Sepultura?

Banderas de Brasil, Argentina, Bolivia, Venezuela y Cuba ondeando a la izquierda. Son estudiantes extranjeros de Brasil, Argentina, Bolivia y Venezuela en Cuba. Los frikis del patio (de María) solo levantan un cartel de cartón: Sepultura, dice sin glamour.

Hay camaritas digitales de foto y video. Los periodistas oficiales habrán hecho zafra metalera.

Los parlamentos del grupo fueron un elogio al lugar común. Nada nuevo bajo la luna llena del Tróckpico de Cáncer. La despedida fue pobre y más o menos súbita sin sentido dramático del espectáculo: obviamente este concierto era más homenaje que $how “pienso que el rock todavía conserva los presupuestos ideológicos y contestatarios de sus inicios”, apunta el vegetariano Green

Los empujones y avalanchas del hard-core entre el público concluyeron sin demasiadas broncas ni bastonazos. Tal vez sea un nuevo género de rock: pacific metal.

Un par de días después, Sepultura viaja media isla hasta la sepultura del Che, en Santa Clara o acaso Satán Clara: “El che es ejemplo para todo el mundo, por eso es que tantas personas han creído en él. […] Y este tipo de personas visionarias son realmente admirables”, remata Green en la voz del Granma (su nombre es hoy Derrick Greenma).

Los frikis cubanos no usan T-shirts ni tatuajes del Che. Ignoro si lo habrán leído o si están a la espera de que el ICAIC filme su biopics para saber quién fue el teórico/teólogo del Hombre Nuevo (a mi alrededor todos corean de memoria “Slave New World”).

Después se instaura ese silencio sobrecogedor de la noche incivil cubana. Apagan las luminarias sobre nuestras propias cabezas. Ya no llueve y otra vez hace calor. El sopor es insoportable. Nos retiramos en masa de la Tribuna o Tribunal Antimperialista. A pie.

Cualquier día será lo mismo aquí con los restos fósiles de Black Sabbath o Deep Purple o Pink Floyd. El concierto de Sepultura ha sido la más reciente mierdáfora de esta nueva época. Acaso los viejos rockeros de los 80’s nos merecíamos por mediocres un colofón así.

Abrazo a mi novia. Estamos húmedos y vaporosos y vagamente angustiados. La brisa del mar ya viene con olor a mea’o. Ponemos Porno para Ricardo en el iPod y nos dividimos los audífonos: a mí siempre me toca el de la derecha.

Así atravesamos la Brave New Habana hasta llegar caminando al cenotafio de nuestro hogar (boring home antes que boarding home). Black Metal, black metal”, desafina el cantante Gorka con ironía post-post: “¡cuánta maldad…!