Cinco obstáculos para decir la verdad, Bertolt Brecht


Quien hoy día quiera luchar contra la mentira y la ignorancia y escribir la verdad, tiene que superar al menos cinco obstáculos. Debe tener el valor de escribir la verdad, a pesar de que en todos sitios se reprima; la perspicacia de reconocerla, a pesar de que en todos sitios se encubra; el arte de hacerla útil como un arma; el buen criterio para elegir a aquellos en cuyas manos se haga efectiva; la astucia de propagarla entre ellos. Estos escollos son considerables para aquellos que escriben bajo el régimen fascista, pero también existen para aquellos que fueron perseguidos o huyeron, e incluso para aquellos que escriben en los países de la libertad burguesa.

El valor de escribir la verdad. Parece evidente que el escritor ha de escribir la verdad, en el sentido de que no ha de reprimirla o silenciarla y de que no debe escribir nada que no sea verdad. No debe doblegarse ante los poderosos, no debe engañar a los débiles. Por supuesto que es difícil no doblegarse ante los poderosos y en cambio muy ventajoso engañar a los débiles. No agradar a los potentados significa renunciar a la propiedad. Renunciar al pago por trabajo realizado supone, según los casos, renunciar al trabajo, y rechazar la fama entre los poderosos implica muchas veces rechazar la fama enteramente. Para ello hace falta valor.

Las épocas de represión extremas son casi siempre épocas en las que se habla de cosas grandes y sublimes. Hace falta valor para hablar en esas épocas de cosas tan pequeñas y mezquinas como la comida y la vivienda de los trabajadores, en medio de tantas voces que gritan que lo importante es el sentido de sacrificio. Cuando se colma de honores a los campesinos, es una muestra de valor hablar de máquinas y piensos baratos que pudieran facilitarles su tan loado trabajo. Cuando todas las emisoras gritan que es mejor un hombre sin conocimientos ni formación que uno que sabe, entonces es una muestra de valor preguntarse: ¿mejor para quién? Cuando se habla de razas perfectas e imperfectas, es una muestra de valor preguntar si el hambre y la ignorancia y la guerra no generan grandes deformaciones. Del mismo modo hace falta valor para decir la verdad sobre uno mismo, sobre el vencido. Muchos de los que son perseguidos pierden la capacidad de reconocer sus fallos. La persecución les parece la mayor de las injusticias. Los perseguidores son los malvados, puesto que son los que persiguen; ellos, los perseguidos, son perseguidos a cuenta de su bondad. Pero esa bondad ha sido vapuleada, vencida y prohibida, y era por lo tanto una bondad débil, una bondad mala, efímera, nada fiable. Porque no es posible asignarle a la bondad la debilidad, como a la lluvia su humedad. Para decir que los buenos fueron vencidos no porque eran buenos, sino porque eran débiles, para eso hace falta valor. Por supuesto, hay que escribir la verdad combatiendo la falsedad y no puede ser algo general, sublime, ambiguo. La falsedad es precisamente de esa manera general, sublime, ambigua. Cuando se dice de alguien que ha dicho la verdad, es que algunos o muchos o uno de los otros han dicho algo distinto, una mentira o algo general, pero él ha dicho la verdad, algo práctico, real, irrefutable, dando justo en el clavo.

Hace falta poco valor para lamentarse en general por la maldad del mundo y el triunfo de la brutalidad y amenazar con el triunfo del espíritu, en una parte del mundo en el que esto aún está permitido. Y entonces muchos actúan como si hubiera cañones apuntando sobre ellos, cuando lo único que les apunta son unos anteojos de teatro. Proclaman a gritos sus exigencias de tipo general a un mundo de amigos de gente insignificante. Exigen una justicia global en pro de la cual jamás han hecho nada, y una libertad universal para conseguir una parte del botín que durante tanto tiempo han tenido que compartir. Sólo consideran verdad lo que suena bien. Y si la verdad es algo numérico, seco, real, algo que cuesta trabajo encontrar y que requiere estudio, entonces para ellos no es verdad ni nada que les ponga en trance. No tienen más que el comportamiento aparente de aquellos que dicen la verdad. Lo miserable de ellos es que no saben la verdad.

La perspicacia de reconocer la verdad

Puesto que es difícil escribir la verdad, ya que en todos sitios se reprime, parece que para la mayoría escribir la verdad o no es una cuestión de ideología. Creen que para eso únicamente hace falta valor. Olvidan la segunda dificultad: encontrar la verdad. En modo alguno puede decirse que sea fácil encontrar la verdad.

En primer lugar ya no resulta sencillo dilucidar qué verdad merece la pena decir. Así es como ahora, por ejemplo, los grandes Estados civilizados acaban sumiéndose, uno tras otro ya ante los ojos de todo el mundo, en la barbarie más extrema. Además, todo el mundo sabe que la guerra civil que se lleva a cabo con los medios más terribles puede transformarse en una guerra exterior que tal vez deje nuestro continente reducido a un montón de escombros. Sin duda esto es una verdad, pero como es lógico hay más verdades. Así, no deja de ser cierto que las sillas tienen una superficie para sentarse y que la lluvia cae de arriba abajo. Muchos autores escriben verdades de esta índole. Se parecen a los pintores que cubren de bodegones las paredes de barcos a la deriva. Para ellos nuestra primera dificultad no existe, y sin embargo tienen la conciencia tranquila. Impasibles ante los poderosos, pero sin dejarse confundir tampoco por los gritos de los ultrajados, pincelan sus cuadros. Lo ilógico de su forma de actuar provoca en ellos mismos un “profundo” pesimismo, que venden a buen precio y que en realidad estaría justificado más bien en otros, a la vista de los maestros y las ventas. Y a pesar de todo no resulta fácil reconocer que sus verdades son del estilo de las de las sillas o la lluvia, normalmente suenan muy distintas, como verdades acerca de cosas importantes.

Esa gente no encuentra la verdad que merece la pena escribir. Otros por el contrario se ocupan realmente de las tareas más urgentes, no temen ni a los poderosos ni a la pobreza, pero sin embargo no pueden encontrar la verdad. Les faltan conocimientos. Están llenos de viejas supersticiones, de famosos prejuicios, bellamente formados hace mucho tiempo. El mundo es demasiado enrevesado para ellos, ignoran los hechos y no perciben las causas. Además de la ideología se requieren conocimientos que puedan adquirirse y métodos que puedan aprenderse. En esta época de grandes realidades y transformaciones, todos los escritores necesitan tener conocimientos de la dialéctica materialista, de economía y de historia, y pueden adquirirlos a través de libros y por iniciación práctica, si existe el tesón necesario. Pueden descubrirse muchas verdades de una forma más simple, partes de la verdad o hechos que lleven a encontrar la verdad. Si se quiere buscar está bien tener un método, pero también se puede encontrar sin método, o incluso sin buscar. Pero de una forma tan accidental es difícil conseguir una exposición de la verdad tal que sirva a la gente para saber como se debe actuar. Las personas que tan sólo escriben hechos pequeños no son capaces de hacer practicables las cosas de este mundo. Pero la verdad tiene únicamente ese objetivo y no otro. Esa gente no está a la altura de la exigencia de escribir la verdad.

Cuando alguien está dispuesto a escribir la verdad y es capaz de reconocerla, le quedan aún tres dificultades.

El arte de hacer útil la verdad como arma

Hay que decir la verdad por las consecuencias que se desprenden de ella en cuanto al comportamiento. Como ejemplo de una verdad de la cual no puede extraerse ninguna consecuencia o sólo consecuencias erróneas, nos servirá la opinión tan extendida de que las graves circunstancias que reinan en algunos países se deben a la barbarie. En función de esta idea, el fascismo es una oleada de barbarie que ha irrumpido en algunos países con el poder de la naturaleza.

Según este planteamiento, el fascismo representa un tercer poder, nuevo, junto (y por encima de) el capitalismo y el socialismo; de acuerdo con esto, el movimiento socialista, y no sólo él, también el capitalismo, habría podido seguir subsistiendo sin el fascismo, etc. Por supuesto, ésta es una afirmación fascista, una capitulación ante el fascismo. El fascismo es una fase histórica en la que ha entrado el capitalismo, y por lo tanto algo nuevo y al mismo tiempo algo viejo. El capitalismo existe en los países fascistas tan sólo como fascismo y el fascismo sólo puede ser combatido en tanto que capitalismo, como el capitalismo más desnudo, insolente, represivo y engañoso.

¿Cómo puede querer alguien decir la verdad sobre el fascismo, al que se opone, si no quiere decir nada en contra del capitalismo, que es lo que lo causa? ¿Cómo podrá hacerse practicable su verdad?

Los que se oponen al fascismo, sin estar en contra del capitalismo, los que andan lamentándose por la barbarie generada por la barbarie, se parecen a la gente que quieren comer su ración de ternera, pero no toleran que deba sacrificarse al animal. Quieren comerse la ternera, pero no soportan ver la sangre. Se contentan con que el carnicero se lave las manos antes de servirles la carne. No están en contra de las condiciones de distribución de la riqueza que genera la barbarie, sólo contra la barbarie. Alzan su voz contra la barbarie y ello en países en los que reinan las mismas condiciones de distribución de la riqueza, pero en los que los carniceros aún se lavan las manos antes de servir la carne.

Las acusaciones tajantes contra medidas bárbaras pueden tal vez ser efectivas durante un breve tiempo, siempre que quienes las escuchen crean que en sus países no podrían plantearse semejantes medidas. Ciertos países son capaces de mantener aún en pie sus condiciones de distribución de la riqueza con medios menos violentos que otros. La democracia aún les presta los servicios para los que otros han de recurrir a la violencia, a saber, la garantía de la propiedad de los medios de producción. El monopolio sobre las fábricas, minas, tierras, genera por doquier circunstancias de barbarie; sin embargo, éstas son menos visibles. La barbarie se hace ostensible en el momento en que el monopolio ya no puede protegerse más que mediante la violencia abierta.

A algunos países que aún no precisan renunciar también, a causa de los monopolios de la barbarie, a las garantías formales del Estado de Derecho, así como a lujos tales como el arte, la filosofía, la literatura, les complace especialmente escuchar a quienes vienen de fuera reprochando a su patria el hecho de que renuncien a semejantes lujos, ya que esperan sacar partido de ello en las guerras venideras. ¿Hay que decir que han reconocido la verdad aquellos que por ejemplo exigen a voz en grito: lucha sin cuartel contra Alemania “puesto que esa es la auténtica patria de la maldad en esta época, la filial del infierno, la residencia del anticristo”? Mejor habría que decir que son gente perturbada, desorientado y perniciosa. Porque la conclusión de esa palabrería es que este país debe ser devastado. El país entero con todos sus habitantes, porque el gas tóxico no selecciona a los culpables cuando mata.

La persona despreocupada que no conoce la verdad se expresa en términos generales, elevados e imprecisos. Dice despropósitos sobre los alemanes, se lamenta por el mal; y el que escucha, en el mejor de los casos, no sabe qué hacer. ¿Debe tomar la determinación de no ser alemán? ¿Desaparecerá el infierno si él es bueno? También los comentarios sobre la barbarie nacida de la barbarie son de ese estilo. Según ellos, la barbarie surge de la barbarie y se acaba mediante la civilización surgida de la cultura. Todo esto está expresado en términos muy generales, no en función de las consecuencias que tiene para la conducta, y en el fondo no se dice a nadie en concreto.

Ese tipo de descripciones muestran tan sólo unos cuantos eslabones de la cadena de razones y pintan ciertas fuerzas motrices como indomables. Tales descripciones revelan mucho oscurantismo en el que se albergan las fuerzas que provocan las catástrofes. ¡Con un poco de luz aparecerían personas como causantes de las catástrofes! Porque vivimos en una época en la que el destino del ser humano es el ser humano.

El fascismo no es una catástrofe natural, que pueda entenderse precisamente a partir de la “naturaleza” de la persona. Pero incluso en el caso de las catástrofes naturales, hay formas de describirlas dignas del ser humano porque apelan a su fuerza combativa.

En muchas revistas americanas aparecieron publicadas, tras un gran terremoto que destruyó la ciudad de Yokohama, fotografías que mostraban un campo de ruinas. En el pie de la foto ponía “steel stood” (el acero se mantuvo en pie) y verdaderamente quien de primeras sólo hubiera visto ruinas, se percataba entonces, alertado por el pie de foto, de que algunos edificios altos se habían mantenido en pie. Entre las descripciones que pueden darse de un terremoto, las de los ingenieros de obras públicas son de incomparable relevancia. En ellas se contemplan los corrimientos del terreno, la fuerza de los impactos, el calor generado, etc., y dan lugar a un tipo de construcciones que resisten los seísmos. Quien quiera describir el fascismo y la guerra, las grandes catástrofes no naturales, ha de elaborar una verdad practicable. Tiene que mostrar que son catástrofes que los poseedores de los medios de producción les preparan a las ingentes masas de trabajadores sin medios propios de producción.

Si se quiere escribir satisfactoriamente la verdad acerca de hechos graves, debe escribirse de tal forma que puedan reconocerse cuales son sus causas evitables. Cuando se reconocen las causas evitables pueden combatirse los hechos graves.

El criterio para elegir a aquellos en cuyas manos la verdad se hace eficaz

Por la costumbre secular de comerciar con lo escrito en el mercado de las opiniones y los relatos y por el hecho también de habérsele quitado al escritor su preocupación por lo escrito, el escritor ha ido ganando la impresión de que su cliente o quien le hace los encargos, el intermediario, transmite lo escrito a todo el mundo. Pensaba: yo hablo, y quienes quieren escuchar, escuchan. En realidad hablaba, y los que podían pagar, escuchaban. No todos escuchaban lo que decía, y los que lo escuchaban no querían oírlo todo. Sobre eso se ha dicho mucho, pero no lo suficiente; sólo quiero poner aquí de relieve que ese “escribir a alguien” se ha transformado en un “escribir”. Pero la cuestión es que la verdad no puede escribirse a secas; sin duda hay que escribírsela a alguien para quien sea de utilidad. El conocimiento de la verdad es un proceso común a escritor y a lector. Para decir algo bueno hay que saber escuchar bien y oír cosas buenas. La verdad debe decirse y oírse con interés. Y para nosotros, los escritores, es importante a quién se la decimos y quién nos la dice.

Hemos de decir la verdad a cerca de lo que va mal a aquellas personas a las que peor les va, y es también a través de ellos como debemos descubrirla. No se debe hablar exclusivamente a la gente de una determinada ideología, sino a la gente a la que le correspondería esa ideología por razón de su situación. ¡Y los que os escuchan no dejan de transformarse! Incluso puede hablarse a los verdugos, si el pago por ejecución no llega a producirse o el riesgo es demasiado grande. Los campesinos bávaros se oponían a cualquier tipo de revolución, pero una vez que la guerra hubo durado lo suficiente y los hijos volvieron a casa y no encontraron sitio en las granjas, entonces sí se les pudo movilizar para la revolución.

Para los escritores es importante atinar con el tono de la verdad. Normalmente lo que se oye es un tono muy suave y doloroso, el de la gente que no puede ni matar una mosca. Quien oye este tono y se encuentra en la miseria, se vuelve aún más miserable. Así es como hablan los que tal vez no sean enemigos, pero a buen seguro tampoco correligionarios. La verdad es algo beligerante, no sólo combate la falsedad, sino también a determinadas personas que la propagan..

La astucia de extender la verdad entre mucha gente

Hay muchos que, orgullosos de tener valor para decir la verdad, dichosos de haberla encontrado, cansados tal vez del trabajo que cuesta darle una forma practicable, esperando impacientes que recurran a ella aquellos cuyos intereses ellos defienden, no consideran necesario tener que echar mano de la astucia a la hora de propagar la verdad. Y así es como a veces su trabajo queda sin efecto. En todos los tiempos se ha utilizado la astucia a fin de propagar la verdad cuando esta era reprimida o encubierta. Confucio falseó un viejo calendario histórico patriótico. Tan sólo cambió ciertas palabras. Donde decía: “El monarca de Kun hizo matar al filósofo Wan porque había dicho tal o cual cosa”, Confucio puso, en lugar de “matar”, “asesinar”. Y si ponía que el tirano Fulano de tal había perdido la vida en un atentado, el puso “había sido ejecutado”. De esa manera, Confucio abrió paso a una nueva valoración de la historia.

Quien en nuestros tiempos dice pueblo en lugar de población y tierras en lugar de suelo, está dejando de secundar muchas mentiras. Quita a las palabras su corrupto misticismo. La palabra pueblo implica una cierta unidad y apunta a unos intereses comunes y por lo tanto tan sólo debería utilizarse cuando se está hablando de varios pueblos, porque entonces como mucho se puede imagina una comunidad de intereses. La población de una comarca tiene intereses diversos, incluso contrarios, y ésa es una verdad que se reprime. Y, del mismo modo, quien habla del suelo y pinta los campos pensando en los ojos y las narices, hablando de su color y su olor a tierra, secunda las mentiras de los poderosos, porque lo importante no es la distribución del suelo, ni el tesón para cultivarlo, ni el amor que la persona pueda profesarle, sino principalmente el precio del cereal y el precio del trabajo. Aquellos que sacan beneficios del suelo no son los que sacan de él el cereal, y en las bolsas no se conoce el olor del terruño. Allí huele a otra cosa. Por el contrario, la palabra adecuada es tierra; con ella se engaña menos. Para la palabra disciplina habría que elegir la palabra obediencia, allá donde reina la opresión, porque la disciplina también es posible sin señor y por ello constituye algo en sí más noble que la obediencia. Y mejor que la palabra honor es dignidad humana, porque así el individuo no desaparece tan fácilmente de la vista. ¡Ya se sabe que morralla aspira a poder defender el honor de un pueblo! Y lo pródigos que son los ahítos a la hora de repartir honor a aquellos que les sacian y a la vez mueren de hambre. La astucia de Confucio puede utilizarse aún hoy.

Confucio sustituyó valoraciones injustificadas a cerca de asuntos nacionales por otras justificadas. El inglés Tomás Moro describió en una utopía un país en el que reinaba un estado justo de cosas... ¡era un país muy distinto del país en el que vivía, pero se le parecía mucho, menos en las condiciones de la vida!

Lenin, amenazado por la policía del zar, quiso reflejar la explotación y represión de la isla de Sajalín por parte de la burguesía rusa. En vez de Rusia, puso Japón, y en lugar de Sajalín Corea. Los métodos de la burguesía japonesa trajeron a la memoria de todos los lectores los de la Rusia de Sajalin, pero no se prohibió el escrito, ya que Japón estaba enemistado con Rusia. Muchas de las cosas que no se pueden decir en Alemania sobre Alemania pueden decirse sobre Austria.

Hay múltiples argucias con las que poder engañar al receloso Estado.

Voltaire combatió la creencia de la Iglesia en los milagros escribiendo una poesía galante sobre la Doncella de Orleáns. Describió los milagros que sin duda debieron ocurrir para que Juana se mantuviera virgen en un ejército y en una corte y entre monjes. Merced a la elegancia de su estilo y el relato de aventuras eróticas, extraídas de la voluptuosa vida de los poderosos, sedujo a estos para que abandonaran una religión que les proporcionaba los medios para esa vida desahogada. Así es como dio la posibilidad de que sus obras, por medios ilícitos, llegaran a aquellos para los que estaban pensadas. Los poderosos de entre sus lectores potenciaron o consintieron la propagación sin recurrir a la policía, que defendía sus diversiones. Y el gran Lucrecio subraya de forma expresa que esperaba que la belleza de sus versos contribuyera a la propagación del ateísmo epicúreo.

Efectivamente, que el nivel literario de una afirmación sea alto puede servir de protección a un relato. No obstante, algunas veces también levanta sospechas. Y entonces puede que se trate de rebajarlo adrede. Es lo que ocurre por ejemplo cuando, en la desprestigiada forma de la novela policíaca, se infiltran de tapadillo relatos de circunstancias precarias en pasajes desapercibidos. Tales descripciones justificarían plenamente una novela policíaca. El gran Shakespeare rebajó el nivel por consideraciones de mucha menor enjundia cuando, con toda intención, restó fuerza al discurso de la madre de Coriolano, a lo largo del cual ella se enfrenta a su hijo, que marcha sobre la ciudad que le vio nacer; Shakespeare quería que Coriolano cejara en sus planes no por auténticas razones o por una profunda emoción, sino por una cierta dejadez con la que se abandonaba una vieja costumbre. Shkespeare nos brinda otro ejemplo de verdad difundida astutamente en el parlamento de Antonio junto al cadáver de Cesar. No deja de hacer hincapié en que el asesino de Cesar, Bruto, es un hombre honorable, pero también relata su acción, y el relato de esa acción es más impresionante que el del propio autor; de modo que el orador se deja arrastrar por los hechos, concediéndoles un mayor grado de elocuencia que “a sí mismo”.

Un poeta egipcio, que vivió hace cuatro mil años, se valió de un método similar. Era una época de grandes luchas de clases. La clase hasta entonces dominante se defendía denodadamente de su gran adversario, la parte de la población que hasta entonces solo era sierva. En el poema se presenta en la corte del señor un sabio que exhortaba a la lucha contra los enemigos del interior. Relata extensa e intensivamente el desorden surgido tras el levantamiento de las capas inferiores. Ese relato es como sigue:

Así es: los nobles se quejan y los humildes se alegran.
Todas las ciudades dicen: expulsemos a los fuertes de entre nosotros.
Así es: se abren los despachos, se sacan las listas y los siervos se convierten en señores.
Así es: ya no hay quien reconozca al hijo de un notable.
El niño de la señora se convierte en el hijo de su esclava.
Así es: han atado a los ciudadanos a la rueda del molino.
Han sido aquellos que nunca vieron la luz del día.
Así es: se destrozan las cajas de ébano para las ofrendas.
A hachazos convierten la maravillosa madera de Sesnem en camas.
Mirad: la corte ha sucumbido en una hora.
Mirad: los pobres del país se han convertido en ricos.
Mirad: quien no tenía pan, tiene ahora un granero, su despensa se llena con los
bienes de otro.
Mirad: al hombre le sienta bien tomar su alimento.
Mirad: quien no tenía grano ahora tiene ciento; quien necesitaba donativos de
trigo es ahora quien los reparte.
Mirad: quien no tenía yuntas de bueyes, posee ahora rebaños; quien no podía
hacerse con bestias de labranza tiene ahora rebaños.
Mirad: quien no podía hacerse una habitación tiene ahora cuatro paredes.
Mirad: los consejos buscan refugio en el granero; a quien apenas estaba
Permitido descansar en los muros tiene ahora una cama. [i]
Mirad: quien no podía hacerse una barca, tiene ahora barcos, y si el dueño los
Mira ya no son suyos.
Mirad: quienes tenían ropaje van ahora en harapos, y quien tejía para otros posee
Ahora excelente lino.
Mirad: el rico duerme sediento, y quien antes le pedía los posos, tiene ahora
Cerveza de la fuente.
Mirad: quien no entendía de cómo tocar el harpa tiene ahora un harpa, aquel ante
Quien no se cantaba aprecia ahora la música.
Mirad: quien antes dormía sólo a causa de su miseria, ahora encuentra mujeres,
El que antes miraba su rostro en el agua tiene ahora un espejo.
Mirad: los más ilustres del país corren por ahí sin nada que hacer. A los grandes
Ya no se les comunica nada.
Quien era mensajero, envía ahora a otro...
Mirad: hay cinco hombres enviados por sus señores.
Dicen: ahora haced vosotros vuestro camino, que nosotros ya hemos llegado.
Resulta evidente que esta es la descripción de un desorden que debe parecer muy deseable a los oprimidos. Y sin embargo el poeta es difícilmente comprensible. Él condena expresamente esa situación, aunque mal...

Jonatan Swift propuso en un opúsculo que, para que el país alcance el bienestar, se escabechará los niños de los pobres para venderlos luego como carne. Hizo cálculos exactos que probaban que se puede ahorrar mucho si uno no se arredra ante nada.

Swift se hizo el tonto. Defendía una determinada forma de pensar, que él repudiaba, con gran pasión y profundidad en una cuestión que ponía en evidencia ante todo el mundo la crueldad de esa ideología. Cualquiera podría ser más inteligente que Swift o al menos más humano, sobre todo aquel que hasta ahora no haya estudiado determinadas ideas teniendo en cuenta las consecuencias derivadas de ellas.

La propaganda a favor del pensamiento, sea cual sea el terreno en que se lleve a cabo, sirve a la causa de los oprimidos. Tal propaganda es muy necesaria. Bajo los gobiernos que sirven a la explotación, pensar está visto como algo mezquino.

Se ve bajo algo como aquello que es útil para los que se mantienen abajo. Ruin se considera también la constante preocupación por el hartazgo; el desprecio por los honores que se ofrecen a los defensores del país donde estos mueren de hambre; dudar del Führer, cuando éste lleva a la calamidad; la aversión al trabajo que no alimenta a quien lo realiza; el enfado contra la obligación de actuar absurdamente, la indeferencia hacia la familia a la que el interés ya no serviría. Se tacha a los hambrientos de glotones, que no tienen nada que defender, de cobardes que dudan de sus opresores, de personas que dudan de su propia fuerza, que pretenden un salario por su trabajo, de haraganes, etc. Bajo esos gobiernos pensar es considerado en casos generales como ruin y cae en desprestigio. Ya no se enseña a pensar en ningún sitio y, donde surge, se persigue. No obstante, siempre hay ámbitos en los que se puede aludir a los éxitos del pensamiento sin recibir castigo; se trata de aquellos ámbitos en los que las dictaduras precisan del pensamiento. Así, por ejemplo, se pueden demostrar los éxitos del pensamiento en los ámbitos de la ciencia bélica y la técnica. También el racionamiento de las reservas de lana mediante una buena organización e invención de fibras sustitutivas requiere del pensamiento. El empeoramiento de la alimentación, la educación de los jóvenes para la guerra, todo ello requiere pensar. Puede describirse. La alabanza de la guerra, del objetivo irreflexivo de este pensamiento, puede evitarse con astucia; así el pensamiento surgido de la pregunta de cuál es la mejor forma de hacer la guerra puede llevar a la cuestión de si esta guerra tiene sentido y emplearse en la cuestión de cuál es la mejor forma de evitar una guerra inútil.

Como es natural, es difícil plantear esta cuestión de forma pública. Entonces ¿no puede aprovecharse el pensamiento que se ha propagado, en otras palabras, configurarlo radicalmente? La respuesta es: sí.

A fin de que, en una época como la nuestra, siga siendo posible la opresión, que sirve a la explotación de una (mayor) parte de la población por parte de la otra (pequeña) parte, es necesario que la población tenga una actitud muy determinada, que debe abarcar todos los ámbitos. Un descubrimiento en el campo de la zoología como el del inglés Darwin de repente podía convertirse en un peligro para la explotación; no obstante durante un tiempo la Iglesia fue la única que se ocupó de ello, mientras que la policía no se percataba de nada. En los últimos años, las investigaciones de los físicos han llevado a conclusiones en el campo de la lógica que no en vano podrían resultar peligrosas para una serie de principios y creencias que sirven a la opresión. El filósofo estatal prusiano Hegel, inmerso en difíciles investigaciones en el campo de la lógica, proporcionó a Marx y Engels, los clásicos de la revolución proletaria, métodos de un valor incalculable. El desarrollo de las ciencias se produce en conjunto, pero no de manera uniforme, y el Estado no está capacitado para controlarlo todo. Los defensores de la verdad pueden elegir campos de batalla que pasen relativamente inadvertidos. Todo depende de que se enseñe una forma correcta de pensar, un pensamiento que pregunte a todas las cosas y sucesos por su lado efímero y cambiable.

Los poderes tienen una profunda aversión a las transformaciones profundas. Quieren que todo se quede como está, si puede ser por mil años, mejor. Y si la luna se detuviera y el sol dejara de girar, mejor todavía. Porque entonces a nadie le entraría hambre ni querría cenar. Una vez que ellos han disparado, resulta que el adversario no debe poder disparar, y que su disparo ha de ser el último. Una forma de ver las cosas que ponga especial énfasis en lo pasajero es un buen medio para dar ánimos a los oprimidos. Y también el hecho de que en cada cosa y en cada situación surja y crezca una contradicción supone algo que ha de esgrimirse frente a los vencedores. Tal forma de ver las cosas (como la de la dialéctica, la doctrina del fluir de las cosas) puede empezar a practicarse investigando cuestiones que se escapan a los dominadores durante un tiempo. Pueden utilizarse en la biología o en la química. Pero también pueden practicarse en el relato del porvenir de una familia sin levantar demasiado revuelo. La dependencia de cada cosa de otras muchas que están en continuo cambio es un pensamiento peligroso para las dictaduras y puede mostrarse en múltiples formas, sin dar margen a la policía. Una descripción detallada de todas las circunstancias y procesos que afectan a un hombre que abre un estanco puede suponer un duro golpe contra la dictadura. Todo el que reflexione un poco sabrá por qué. Los gobiernos que sumen a las masas humanas en la miseria deben evitar que en medio de la miseria se piense en el gobierno. Hablan mucho del destino. Él es quien tiene la culpa de la miseria, no ellos. Quien investigue en las razones de esa penuria es detenido antes de que tope con el gobierno. Pero, en general, es posible contrarrestar tanta palabrería sobre el destino; se puede mostrar que el destino de cada persona es preparado por otras personas.

Y esto puede ocurrir de muy diversas maneras. Por ejemplo puede narrarse la historia de una granja, la de una granja islandesa, por ejemplo. El pueblo entero habla de que sobre la granja pesa una maldición: una campesina que se ha echado a un pozo, un campesino que se ha ahorcado. Un día se celebra una boda, el hijo del campesino se casa con una muchacha que aporta unas cuantas tierras como dote. La maldición huye de la granja. El pueblo no está del todo de acuerdo a la hora de valorar ese feliz golpe de fortuna. Unos lo atribuyen a la naturaleza alegre del joven campesino, otros a las tierras que la joven campesina ha aportado y que han devuelto la vida a la granja.

Pero incluso en un poema que muestra un paisaje puede conseguirse algo, que se incluyan en la naturaleza las cosas que ha creado el ser humano.

Hace falta astucia para que la verdad se propague.


La gran verdad de nuestro tiempo (con cuyo conocimiento no basta, pero sin cuyo conocimiento no puede encontrarse ninguna otra verdad de importancia) es que nuestro continente se sume en la barbarie porque la propiedad se vincula forzosamente a los medios de producción. ¿De que sirve escribir algo valeroso de lo que se desprenda que el estado en el que nos sumimos es bárbaro (lo cual es cierto), si no está claro por qué hemos llegado a este estado? Hemos que decir que se tortura, porque las relaciones de propiedad han de mantenerse intactas. Por supuesto, cuando decimos esto perdemos muchos amigos que están en contra de la tortura, porque creen que las relaciones de propiedad podrían mantenerse sin la necesidad de la tortura (algo que no es cierto).

Tenemos que decir la verdad acerca de la situación de barbarie que existe en nuestro país, que puede hacerse aquello que la llevaría a desaparecer: cambiar las condiciones de la propiedad.
Y además debemos decírselo a aquellos que más sufren con el reparto de la propiedad y más interés tienen en cambiarlo: a los trabajadores y a aquellos que podemos presentar como aliados suyos, porque ellos en realidad tampoco tienen propiedad sobre los medios de producción, aunque participen de los beneficios.

Y, en quinto lugar, tenemos que actuar con astucia.

Y estos cinco obstáculos hemos de superarlos a la vez, porque no podemos investigar la verdad acerca de la situación de barbarie sin pensar en aquellos que la padecen y mientras nosotros, sacudiéndonos siempre todo arrebato de cobardía, buscamos las verdaderas causas en función de aquellos que están dispuestos a utilizar sus conocimientos, tenemos que pensar también en hacerles llegar la verdad de tal manera que en sus manos pueda ser un arma y al mismo tiempo hacerlo de forma tan astuta que esa transmisión no pueda ser descubierta y abortada por el enemigo.

Esto es lo que se pide cuando se pide que el escritor diga la verdad.
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Revista Bifronte, desde Cuba.

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Memorias de la clase muerta . Dossier de poesía cubana. Presentación de Carlos A. Aguilera

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Dossier de poesía cubana (1988-2001)

Memorias de la clase muerta. Poesía cubana 1988-2001. Editorial Aldus. Mexico DF., 2002.


A Modo de...

Construir una antología desde la historia o desde ese lugar donde lo histórico se acopla sería ingenuo y además repetitivo; ha sido hecho constantemente y hasta ahora no ha servido para desmontar las ¨fuerzas¨ que casi siempre confunden tradición con escritura (ficciones de escritor vs. ficciones de estado); ha sido hecho constantemente, y como se escribe en casi todos los prólogos: apenas hay tiempo para eso...

Si la primera promoción de los 80 (Raúl Hernández Novás, Angel Escobar, Reina María Rodríguez...) intentó trazar un corte con las poéticas y conductas literarias precedentes, acoplando a la lectura, a la imposición de una nadaHistoria y de un latinoamericanismo de séptima categoría una reflexión más íntima, una teatralización del yo, no es hasta los poetas que comienzan a publicar en la primera mitad de los 90 que este corte se hace efectivo; y se hace efectivo de modo curioso, poniendo entre comillas la institución poesía: su ideología arcádica, su verticalidad social; tachando de manera cómica eso que se ha llamado LiteraturaNación.

El horror de escribir en un país congelado por el estado es que reduce todo imaginario a la pregunta por la Nación, al telos y sus representaciones identitarias; toda escritura al lugar de máquina de estado. Para esto no sólo limita al máximo la creación de problemas: preguntas que desencajen la centralidad que una nación en su devenir totalitario sublima, sino que muchas veces impide que estas preguntas se hagan (al cerrar todos los espacios, generar miedo) y cuando las propicia, bajo el aparente status de una flexibilidad no reconocida, es para subrayar la legitimidad de un canon, la Grandeza de una metafísica que escapa al saloncito de las letras.

Una de las fallas más visibles de la literatura cubana es su ausencia de conceptos, de una tradición “moderna” de lo conceptual, donde la experiencia entendida fundamentalmente de manera vanguardista, con su reflexión vida-límite-obra, y una cultura del sinestilo, del plagio, de la idiotez (al modo de un Gombrowicz o un Macedonio) fueran elaboradas como variantes de fuerza.

Otra de sus fallas: la “mala” ontología.

Sin dudas, Cuba ha sido un productor de mala ontología, de malas y reificadas abstracciones. Lo ontológico ha sido practicado más como macrorelato que castra que como historia que problematiza, más como aplanadora que como descentralización. Y esto ha hecho que la mayoría de los escritores de la isla no sólo no encuentren salidas a sus grandes y “hermosas” fictualizaciones: atornilladas a un yo y a un psicologismo barato, sino que cuando lo hacen (hay momentos que miran al cielo, cantan un avemaría y lo hacen...) lo intentan apoyándose en nomenclaturas fáciles: teleología, origen, canon... como si nada hubiera cambiado, como si Mao no hubiera matado gorriones en nombre de la Verdadera tradición.

Escribe Canetti: “Un día se me ocurrió que el mundo ya no podría ser recreado como en las novelas de antes, es decir, desde la perspectiva única del escritor; el mundo se hallaba desintegrado, y sólo si uno se atrevía a mostrarlo en su disolución era posible ofrecer de él alguna imagen verosímil.” La conciencia de las palabras. México: F.C.E., 1994.

Evidentemente, uno de los problemas menos estudiados de la literatura cubana actual es lo que Canetti nombra “la perspectiva única del escritor”, la de un cerebrito amaestrado en nombre de la autenticidad o la culpa (tal y donde caía Lezama al hablar sobre nuestro destino histórico), y de esa borradura perversa que es el actual proceso cínicomilitar cubano, que al anular el sujeto jurídico: suspender las posibilidades reales de convertirse en individuo, hace que los escritores insulares se muevan dentro de una escritura abstrusa que patina y patina sobre sí misma; y sobre una dualidad estético-política que los lleva a desear una cosa, realizar otra.

Dualidad que tiene más que ver con la esquizofrenia y lo mediocre: la esquizofrenia en la que determinadas ideologías lanzan a esa mezcla de hombreperro que generan, que con la multiplicidad literaria cacareada por los mapólogos de la isla.

Si las antologías de poemas de los 90 son pensadas desde cierta apariencia de caos (en un circo, no hay dudas, casi todo es apariencia de caos), no es menos cierto que esto responde sólo a un fenómento de superficie, ya que a niveles más puntuales: de lectura o práctica, la mayoría de las poéticas que aparecen o toman fuerza en esta década: gay, freakie, civiles, barrhuecas pueden ser insertadas dentro de una ontología reaccionaria (creencia lírica en una arcadia, mística de la cotidianidad elemental, búsqueda provinciana de laMemoria...) o en el narcisismo palabrero común a un gran segmento de la poesía neorigenista.

(Horizonte de choque que resultó importante a principios de los 80 contra el conversacionalismo y los diferentes realismos socialistas: trova, literatura, teatro..., y contra el modo en que lo político secuestró —secuestra— el imaginario poético en este país.)

A pesar de lo ridículo que pueda ser, esta antología es más bien el relato de un concepto, de como se hace evidente lo conceptual o cierto juego entre fictus e idea en algunos poetas que comienzan a publicar a principios de la década anterior. Para esto hemos seleccionado textos que acoplan a una reflexión sobre el poema, el escritor y sus articulaciones en determinado hábitat (Bordieu): lo civil, lo político, el nacionalismo (Omar Pérez, Juan Carlos Flores), lo escritural, lo histórico, lo antropológico (Rolando Sánchez Mejías, Pedro Marqués de Armas, Ismael González Castañer, Rogelio Saunders), lo neobarroco, la tensión con los referentes literarios, lo ininteligible (Ricardo Alberto Pérez, Rito Ramón Aroche), o pedacitos de otros conceptos menos claros o caricaturescos. También, el modo en que estas poéticas pueden ser una salida a un romanticismo de corte “blando” común entre los poetas de los 80, y a una sublimidad-de-la-mentalidad-literaria que como ya se ha explicado antes tiende a simplificarlo todo, convertirlo, en LiteraturaNación.

¿Acaso no es esto lo que se ha venido haciendo con y desde Orígenes por parte de su mismo núcleo, y no es esto lo que sucede con la mayoría de las apropiaciones que realizan los escritores de los “bombines de mármol de la patria”?

Ya se sabe las empresas literarias sirven para mentir (mentir, mentir y mentir...), y lo que es peor, para tapiñar malas políticas.

Nota: Lo que hemos llamado lo conceptual, es decir: donde sobrevive aun la opción por la pregunta, no debe leerse como un territorio demarcado, sacro. Al contrario, si esta "cacharrerización" es algo, si responde transversalmente algo, es a un rozar loconceptual, un entrar-salir de él...y desde ahí es que debe verse. Lo demás, nos llevaría a levantar una nueva metafísica, otra manera de estancarse en lo mismo, y eso ya no tendría sentido. A los poetas. como sugiriera Stalin, hay que cuidarlos como si fueram árboles frutales.

C. A. A
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de "borde", jorge alberto aguiar

séptimo

borde
granzas

marca inútil
en la inútil
escritura de los días
que suman tu vida

del salón a la cocina al baño
al dormitorio
mientras lo que llaman "plenitud
de la primavera"
se anuncia más allá de la ventana

granza
bordes

marca inútil
en la inútil
vida de los días
que suman tu escritura

del salón a la cocina al baño
al dormitorio
mientras lo que llaman
"plenitud...

sexto

I

no había resuello
buscar pesos
chistar dedos en
finanzas domésticas

mete carne al molinillo
de la necesidad
ve con cuidado
son barrios donde los obreros
del crimen
trabajan fino
saben lo suyo

bordea el puerto
bordea los elevados de la ciudad
bordea tu vida

II

magulló sus 15 años
contra los muros
del Archivo Nacional
contra el paredón de la memoria
sangre y semen
dos pisos más arriba
entre folios
un historiador contaba el vicio
de no sé qué época
cuando impune matones
bordeaban la ley

III

villorro de país para
el miedo
callejuelas que no llegan
a opacos ministerios
al borde de
bordes que
nos cortan

IV

la subimos a un jeep
militar
gemía aun (o lloraba)

V

escritura
terrosa
filtra el pus
tira el cuaderno de apuntes
cualquier biografía o crónica
vida a destajos
mete carne al molinillo
de la realidad

VI

cuando llegamos al hospital
había muerto

quinto

I

carne pachucha
buchitos de café
muere el padre en camastro
la vida empuja

II

por la diagonal baja
el residuo
familia a degüello
hambrita a diario
como mancha de humedad
en paredes de
manicomio
avanza la diagonal
en línea
recta
reptando sobre cabezas

III

mientras más abstracta
la curva de la
muerte
más abstracta la muerte

IV

ahora dime
¿le diste todo
tu amor?
¿cuánto?
cuarto

Unidad Militar 2055


cabeza de A. (o cualquiera de
nosotros)
garzota de pólvora
boñiga de sesos

cadáveres a paso doble
por la fractal del polígono
garzota de
pólvora
boñiga de
sesos

fue muy rapido akm trazadora boquete
limpie la mierda del
traidor
saque pecho levante mentón
mujercitas putas
lloriconas
morir por la patria
es vivir

garzota de
sesos
boñiga de
pólvora

cabeza de A. (o cualquiera de
nosotros)

tercero

I

cabeza gacha plisa
rabia que pernea
limpio corazón de bordes
angulosos
como pellejos de cerdo

II

gozamos al tropero de
sargentías
ciudad encuartelada
hambre retinta y miedos
toque de diana que se levanta
el jefe
gárgaras en gimnasia con discurso
¿no hay piedad ni
ironía ni
otra posibilidad?
ábrete la pechuga y mete
ideologías
circula odio en pinchos
públicos
circula dinero
en el mercado de
generales

III

reñidero de gallos a
la tribuna
por encima de
nuestras cabezas mueven
cuchillos
de trinchar o desbullador
da igual para
perforar nuestra panza
puntillero uniformado o de civil
¿quién de nosotros no ha visto
el filo
de un puñal
en medio de nuestra
impotencia?
apavesados seguimos viviendo
no hay muchas opciones

IV

mañana si aún
te sobrevives
no recuerdes el día
de hoy

segundo

lindes inciviles duras
finanzas

cualquiera de nosotros cuenta
pesos
por el hueco del ojo
ve accesorias

vidrieras de vía
pública ansiedad
privada de cavar por boca
cualquier deseo de consumo o libertad

nosotros somos
nadie aglomerados en tensas
multitudes

recorrer perímetros para morir
acuchillados

no puñales
duras finanzas vida
al borde

primero

1

todo lo que necesitas
y quieres dinero
fuete diario

2

de ciudad a campo
(te lías en místicas
fabricas ecología) ¿pero
cómo evadir la realidad?
humano-cebolleta
en sacos de producción

3

pincha
corta
punza
zarpa
mete baza
cuerpo en paila

charcutería civil
políticas del desplazamiento

lo demás vallas
vallas hermosas
fatigosa publicidad
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Una nación para todos, ALEJANDRO DE LA FUENTE.





La gente no cambia por dentro,
tiene que venir la ventolera...
Así y todo quedan grandes pedazos con
raíces profundas que luchan por brotar.

MANUEL GRANADOS

Adire y el tiempo roto (1967)

Las empresas de turismo parecen empresas
de África del Sur en los tiempos de Pieter Botha;
tú vas allí y todos son blancos, y yo me digo:
"¡Dónde estoy en Holanda?"
GUSTAVO
cantante, negro (1994)


La economía cubana se estancó a fines de los años ochenta, durante el llamado "período de rectificación" iniciado por el tercer congreso del Partido Comunista en 1986. Este programa desmanteló el pragmatismo que caracterizó el período 1971-1985, basado en una aplicación limitada de la economía de mercado, promovió la centralización en la toma de decisiones y revitalizó las movilizaciones de masa y el trabajo voluntario como formas de organización del trabajo. Esta era la situación cuando, tras el colapso de la Unión Soviética, la economía cubana entró en una severa depresión. Entre 1989 y 1993 el producto interno bruto disminuyó tanto como un 40%. Si en 1986 Fidel Castro y el Partido Comunista coincidían en que era necesario promover más igualdad racial en áreas en las que el cambio había sido demasiado lento, a principios de la década del noventa era evidente que tales avances tendrían que hacerse con recursos sumamente escasos .

El problema, sin embargo, no es que no hubiera recursos disponibles para eliminar la desigualdad en áreas en las que los adelantos anteriores habían sido modestos. Los recursos escaseaban incluso para mantener los niveles anteriores de bienestar social. Es más, después de 1993 el gobierno cubano fue obligado a introducir
varias medidas orientadas al mercado para fomentar la productividad y estimular la estancada economía de Cuba. Entre ellas, estaban la legalización del dólar norteamericano, diferentes formas de empleo por cuenta propia, la promoción de la inversión extranjera, y la "liberalización" de los mercados agrícolas. El programa produjo una modesta recuperación después de 1995, pero las autoridades cubanas reconocieron que el éxito había tenido cierto costo social. Las nuevas políticas económicas provocaron inevitablemente una creciente desigualdad y resentimiento en una población acostumbrada a vivir en un escenario social altamente igualitario. Como comentó un vicepresidente del Consejo de Estado cubano en 1993: "Esto creará diferencias entre las personas, mayores que las que tenemos ahora y mayores que las que estamos acostumbrados a tener desde la revolución... la desigualdad o privilegios que puedan crearse son realidades que nosotros debemos permitir". El mismo funcionario admitió en 1995 que algunas de las medidas adoptadas no coincidían "con las aspiraciones de igualdad" que habían regido en el país desde el triunfo revolucionario de 1959 . Aunque los privilegios y las desigualdades tenían que ser toleradas, las autoridades cubanas probablemente esperaban que la crisis no tuviera un impacto racial específico. Los niveles relativamente altos de igualdad y la integración racial efectiva que la sociedad cubana había logrado en los años ochenta, debían haber garantizado un impacto racialmente neutro de las fuerzas del mercado. Los individuos serían afectados según su posición social y su empleo, sin tener en cuenta la raza. Sin embargo, las evidencias disponibles indican que bajo el llamado período especial la desigualdad social y las tensiones sociales racialmente definidas aumentaron sustancialmente.


DEL PREJUICIO A LA DISCRIMACIÓN

A pesar de su posición anti-discriminatoria y de sus políticas sociales igualitarias, el gobierno revolucionario fracasó en la creación de una sociedad sin distinciones raciales, como había vislumbrado a principios de los años sesenta. El silencio oficial sobre la raza contribuyó a la supervivencia, reproducción, e incluso creación de ideologías racistas y estereotipos en una sociedad que, particularmente en los años sesenta, todavía estaba lejos de ser racialmente igualitaria. Lo que desapareció del discurso público encontró un terreno fértil en los espacios privados, donde la raza continuó influyendo las relaciones sociales entre amigos, vecinos, compañeros de trabajo y miembros de la familia. Una multitud de chistes racistas, supuestamente inofensivos, reprodujeron imágenes tradicionales del negro como delincuente, sucio, perezoso, y genéticamente inferior. Las ideologías raciales tradicionales se reprodujeron dentro del seno familiar y se transmitieron en hogares multi-generacionales. Las investigaciones de la antropóloga Nadine Fernandez sobre las dificultades enfrentadas por las parejas interraciales en Cuba demuestra convincentemente cómo los estereotipos raciales tradicionales han limitado considerablemente las opciones de las jóvenes parejas .

No obstante, la intensidad con que estas ideologías y prejuicios raciales han penetrado la sociedad cubana y la conciencia popular es en cierto modo sorprendente. El 75% de los encuestados en un estudio realizado en La Habana y Santiago en 1994 estuvo de acuerdo en que el prejuicio racial es común en la isla. Un estudio realizado por el Centro de Antropología en tres barrios habaneros en 1995 encontró que el 58% de los blancos consideró que los negros son menos inteligentes, el 69% afirmó que no tienen los mismos "valores" y "decencia" que los blancos, y el 68% se opuso a los matrimonios interraciales . Para poner estas cifras en cierta perspectiva, en los Estados Unidos la proporción de blancos que declaró estar opuesto a los matrimonios interraciales era de hecho más baja a principios de los años ochenta (40%).

Igualmente, la proporción de blancos que declaró no tener preferencia alguna acerca de la composición racial de su barrio era más baja en La Habana (38%) que en los Estados Unidos (42%) . Datos similares compilados por Daniela Hernández en Santa Clara proporcionan un cuadro menos crítico (por ejemplo, el 96% de los individuos blancos declaró que los negros y blancos son igualmente inteligentes; el 65% se opone a los matrimonios interraciales), pero estos resultados corroboran lo que muchos sospechaban: que el prejuicio racial nunca desapareció en la Cuba post-revolucionaria. Esta ideología se presenta frecuentemente como un "rezago" o "remanente" del pasado que se supone que desaparecerá a su debido tiempo y cuyo impacto supuestamente se circunscribe a los individuos y su familia más inmediata. Tales representaciones son comunes en el discurso oficial, en trabajos periodísticos y en el imaginario popular. Por ejemplo, en 1986, el programa del PCC reconoció que "el proceso de eliminación" de "los prejuicios raciales" no había sido tan "acelerado" como inicialmente se vislumbró y planteó que tales creencias afectaban "la psique" de "un cierto número de personas". Un artículo publicado en la revista popular Somos jóvenes en 1990 se preguntaba si los cubanos estaban "completamente libres" de "la herencia ideológica" del racismo. Otro artículo periodístico afirmó en 1991 que era un error asumir que "los vestigios" de siglos de racismo y discriminación habían desaparecido totalmente bajo la revolución. Después de afirmar que todos los cubanos tenían iguales oportunidades, el autor admitió que "algunas veces" tales oportunidades chocaban con "un ambiente familiar inadecuado y otros factores subjetivos". En la medida en que han investigado este problema, la mayoría de los estudiosos cubanos comparten estas nociones.

La caracterización de las ideologías racistas como una "herencia" que afecta sólo a los individuos sirve varios propósitos. Esta interpretación obviamente exonera al gobierno revolucionario y a la sociedad cubana contemporánea de cualquier responsabilidad en la creación de estereotipos y prejuicios raciales. Según el discurso dominante, estas ideas fueron creadas en el pasado –a veces tan remoto como durante los tiempos de la esclavitud. Si ellas todavía afectan algunas relaciones sociales (matrimonios interraciales, por ejemplo), es porque no ha transcurrido bastante tiempo. La consecuencia lógica de dicho análisis, por supuesto, es que las mismas desaparecerán en el futuro aún en ausencia de una acción social y política sistemática. Además, aunque se reconoce que alguna acción podría ser necesaria, la urgencia de este problema se diluye de algún modo por su misma naturaleza: las ideologías racistas tienen una incidencia social limitada, porque sólo afectan las relaciones privadas y familiares sobre las cuales el gobierno tiene poco control. Como en Brasil, los cubanos blancos culpan a cualquier cosa (la historia, la esclavitud) o a cualquiera (influencia extranjera) salvo a ellos mismos por el racismo y la discriminación. De hecho, las ideas tradicionales sobre la raza han encontrado condiciones propicias bajo la revolución para reproducirse y, quizás, incluso expandirse. Por ejemplo, la creencia de que los afrocubanos continúan siendo primitivos, perezosos y salvajes, sin tener en cuenta el avance educacional, es frecuentemente explicada en términos de su bajo "nivel cultural" –la misma noción utilizada por el gobierno revolucionario en los años sesenta y setenta para ridiculizar las religiones afrocubanas y otras formas de cultura popular. La identificación de la negritud social con la marginalidad, el crimen y la peligrosidad social ha contribuido a nutrir la idea –muy extendida en la población cubana– de que los negros están naturalmente predispuestos para cometer crímenes. El mismo éxito de la revolución en crear oportunidades iguales en la educación, el empleo y en otras áreas sociales, es ahora usado para demostrar la inferioridad ineludible de los negros. Un médico blanco de 40 años de edad entrevistado por Duharte y Santos lo explica de forma insuperable: "Yo tengo una teoría que tal vez pueda ser considerada fascista, pero para mí los negros son inferiores a los blancos en cuanto a coeficiente de inteligencia, y uno de los argumentos en los que me apoyo para sustentar esta teoría es en el hecho de que en Cuba, donde hace ya 35 años los negros gozan de las mismas oportunidades que los blancos para estudiar y superarse, no se han visto resultados que evidencien que estos puedan igualarse a los blancos... ¿Cómo no pensar también que esa herencia genética repercute a nivel neurológico y los hace distintos, es decir, inferiores?" Otro profesional masculino blanco, de 50 años de edad, coincide con esta apreciación: "A los negros les quitamos los grilletes y los soltamos en el potrero. Ahora, 35 años después, están peores, más mal educados; en vez de aprovechar para superarse, siguen siendo marginales y delincuentes".

Ignorando los adelantos hechos por los afrocubanos en casi todos los frentes y evitando un acercamiento crítico a la cuestión racial, los medios de comunicación patrocinados por el estado han contribuido también a la persistencia de algunas de estas imágenes racistas. Para comenzar, los actores negros están perceptiblemente ausentes de la televisión y son frecuentemente relegados a papeles estereotipados. "Cuando yo trabajaba en la televisión", afirma una escritora negra, "una vez le dije al director nacional que los negros en la TV estábamos liquidados porque la TV no reflejaba la realidad de los negros. Si los programas eran de época [referidos al pasado], los negros aparecían como domésticos o santeros, y no era así: había una
clase de profesionales negros... Tampoco hoy se reflejan los profesionales negros en la TV, los creados por la revolución. Siempre al negro lo ponen como marginal... Yo escribía un libreto con un personaje negro y me lo cambiaban y ponían un blanco". Su experiencia no es de ninguna manera única. Cuando la dramaturga y escritora de televisión Maité Vera intentó poner negros en papeles principales en algunos de sus programas, ella fue criticada por promover "el racismo inverso". "Durante muchos años", explicó Vera en una entrevista con Cuba Update en 1991, "nuestros creadores... han actuado como si ellos fueran ciegos a... esta población multicolor que no estaba tan mezclada antes".

Lo mismo ocurre con las películas. Los actores afrocubanos han asumido papeles principales en películas que tratan sobre la esclavitud, como El otro Francisco (1974) y Rancheador (1977) de Sergio Giral o en La última cena (1976), la aclamada película de Tomás Gutiérrez Alea. Gutiérrez Alea usó un elenco totalmente negro en
una película anterior –Cumbite (1964)– pero la historia tiene lugar en Haití, no en Cuba. Los negros y mulatos figuran de forma prominente en De cierta manera (1974) de Sara Gómez, pero la película trata sobre cuestiones de marginalidad, ñañiguismo y falta de disciplina social. Por el contrario, los temas de discriminación y prejuicio raciales sólo se han tratado de forma ocasional, como en los conflictos que rodean a la joven pareja interracial que encabeza el elenco en Plaff (1988), de Juan Carlos Tabío.

Así como los prejuicios y estereotipos raciales son conceptualizados como una herencia histórica, la ausencia de afrocubanos en los medios de comunicación se ha explicado en términos que evaden la responsabilidad directa por la persistencia de prácticas racistas. Los argumentos van desde la afirmación de que estas son reacciones "inconscientes" hasta cuestiones técnicas, o problemas de estética. En el primer caso, se dice que los directores y productores no incluyen negros porque tienden a interpretar la realidad a través de sus propios ojos –aunque esto ignora el hecho de por qué hay tan pocos directores afrocubanos. Otros afirman que problemas técnicos como "la absorción de la luz" impide a las personas de piel oscura participar plenamente en las películas o en la televisión. Finalmente, algunos trabajadores blancos de la televisión explican que los guionistas no incluyen negros porque ellos subordinan sus preferencias a las del público, que no aceptaría negros en papeles fuera de los estereotípicos. Comentando estas afirmaciones, una escritora negra de la televisión respondió: "no creo que haya problemas técnicos con la iluminación del negro, ni pocos actores negros, creo que hay prejuicios raciales en las mentes de los directores que son los que deciden".

Estas estrategias de silencio y evasión encuentran en el humor popular un complemento ideal. Los visitantes a la isla a menudo se muestran confundidos por el hecho de que, a pesar de que la mayoría de los cubanos niegan con gran firmeza que ellos sean racistas, dicen con bastante libertad bromas racistas y aforismos despectivos. Supuestamente inofensivos, estos chistes constantemente reproducen la imagen de que los negros son apestosos, sucios, perezosos y criminales. Como es el caso con el gobierno y sus políticas en general –que son desde luego un tema tabú en el debate público– estos chistes expresan sentimientos sociales y ambigüedades que no encuentran espacio en escenarios sociales más formales. El humor popular expresa de maneras socialmente aceptables lo que de otra forma está prohibido o es tabú.

La ideología del racismo no se creó bajo el período especial, pero ha adquirido visibilidad y creciente aceptación social durante los años noventa. De hecho, a pesar de su fracaso en la eliminación del prejuicio racial, el impacto de la propaganda gubernamental, que desde los años sesenta insistió en que todos los cubanos son iguales y merecen igual acceso a todos los sectores de la vida nacional, no debe ser subestimado. Esta campaña creó un ideal de igualitarismo que fue compartido por inmensos sectores de la población. No obstante sus complejidades y contradicciones, el ambiente social post-revolucionario era decididamente anti-discriminatorio. El discurso público igualó el racismo con el pasado de capitalismo y de explotación –un rasgo de la élite antinacional, pro-americana, y blanca que había sido desplazada del poder. Ser racista era ser contrarrevolucionario. Los revolucionarios verdaderos no debían ser racistas, al menos en público.

La asociación entre revolución y fraternidad e igualdad racial es una espada de doble filo, sin embargo. La inaceptabilidad del racismo es vinculada de esta forma a la legitimidad, popularidad y apoyo de "la revolución" –representada por el gobierno. Pero legitimidad, apoyo y popularidad es, junto a los recursos económicos, precisamente lo que más ha perdido el gobierno en los años noventa. El desgaste y la profunda crisis de legitimidad del sistema político actual crea así nuevos espacios para que las ideas y prácticas racistas puedan operar y florecer. Lo que solía ser un imposible social y político, restringido en gran medida a los espacios privados, es crecientemente aceptable y público. Uno de los informantes citados antes menciona cómo el gerente de una de las compañías de turismo había declarado "en público" que él no contrataba afrocubanos. Estas ideas, para usar la gráfica expresión de uno de mis colaboradores en la isla, ya no están confinadas a "las cabezas de las personas". Como muestra el ejemplo del sector turístico, las mismas se expresan en prácticas concretas que son de naturaleza discriminatoria. El decreciente control estatal sobre la contratación y promoción del personal en el sector privado crea oportunidades adicionales para que estas prácticas discriminatorias operen libremente. Es más, las empresas gubernamentales están ellas mismas reproduciendo estas prácticas, al menos en los sectores más codiciados de la economía.

No es para nada sorprendente que los afrocubanos hayan resistido activamente el desplazamiento de las actividades económicas más lucrativas a través de su participación en la economía informal, que es frecuentemente ilegal. Estas actividades van desde la prostitución hasta el tráfico en el mercado negro. Existe
consenso que una proporción grande de las llamadas jineteras (prostitutas) son negras o mulatas. Tampoco esto es sorprendente. La participación negra en la prostitución no sólo se explica por su posición desventajosa en la coyuntura actual, sino también por las propias nociones racializadas de sexualidad y de placer de los turistas. Según estas nociones, la sexualidad negra es más atractiva precisamente debido a la inferioridad racial de las mujeres negras y al "primitivismo" de sus instintos sexuales, que las hacen objetos sexuales perfectos. Sin embargo, estas mismas imágenes que asocian la negritud con una sexualidad comercial incontrolable, sirven para identificar como "negras" a mujeres que en situaciones sociales diferentes no serían consideradas afrocubanas. Como señala la antropóloga Nadine Fernandez, la descripción de ciertas actividades como "turismo sexual" es mediada por nociones de raza, clase y sexo. De hecho, un estudio de 1996 de la sección cubana de FLACSO (Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales) afirmó que las mayorías de las jineteras son "mestizas", las cuales podrían ser consideradas blancas en otros escenarios. La prostitución se ha vuelto un elemento en la definición de la negritud social.

En cualquier caso, las agencias turísticas cubanas se están beneficiando de estas imágenes de sexualidad tropical incontrolada. Ellas frecuentemente anuncian a la isla como un paraíso de indulgencia sexual y promiscuidad. "Cuba: fuego y pasión de sabor caribeño", expresa un anuncio del hotel Sol Palmeras en Varadero. "Esta isla merece amor", proclama Cubatur. Como argumenta Julia O´Connell Davidson, una socióloga en la Universidad de Leicester que ha realizado investigaciones de campo en el tema del turismo sexual en la isla, para los turistas blancos racialmente conscientes, Cuba es el paraíso "en el sentido de que allí su racismo, en vez de ser desafiado, es implícita y explícitamente confirmado. Ellos encuentran un gran número de mujeres negras que realmente están sexualmente disponibles y, mejor aun para el racista
blanco, la gente le dice que estas mujeres negras están sexualmente disponibles porque ellas son muy calientes". La propia existencia de estas jineteras negras es entonces usada para confirmar las supuestas deficiencias morales de las mujeres negras y mulatas, racializando aun más la crisis que afecta a la sociedad cubana.

Como un visitante a la isla explicó en 1996, cuando las mujeres de los sectores sociales más elevados establecen relaciones con extranjeros, o cuando los artistas e intelectuales buscan agresivamente mezclarse con los extranjeros con la esperanza de conseguir becas u ofertas de trabajo, estas actividades no son socialmente condenadas. "Son las mujeres pobres de color las que son criticadas. Y el hecho de que las jineteras de color ahora se estén casando con los europeos en una proporción extraordinariamente alta, las hace objeto de envidia en un país donde muchas personas están buscando desesperadamente cualquier medio posible para emigrar.

Otras estrategias de adaptación y resistencia son igualmente racializadas. Por ejemplo, la migración de las personas de las provincias orientales a La Habana frecuentemente se ha interpretado como un asalto negro a la ciudad. "Estos negros orientales están en todas partes", exclamó un profesional blanco refiriéndose a los
"palestinos", como esos inmigrantes son denominados en La Habana. De hecho, las migraciones internas reflejan el desarrollo desigual de la economía del dólar en las diferentes regiones del país. La distribución regional de las tiendas en divisas puede usarse como un indicador general de este fenómeno. Hasta 1993, las tiendas en divisas se concentraban en áreas turísticas: el acceso a ellas era ilegal para los cubanos. Con la legalización del dólar, las tiendas y los servicios que operan en moneda fuerte se han creado también en áreas no turísticas, siguiendo la disponibilidad de dólares en la población en general. A principios de 1996, el 40% de estos comercios se localizaba en La Habana. En cambio, sólo el 10% de estas tiendas estaba en las provincias orientales de Granma, Santiago de Cuba y Guantánamo. Como es de esperar, la mayor parte de
los inmigrantes procedía de estas áreas –un flujo migratorio similar a los de Cuba pre-revolucionaria. Se estima que 50 000 personas se movieron a La Habana sólo en 1996, y que en el primer semestre de 1997, 92 000 personas intentaron legalizar su estatus en la ciudad. El gobierno reaccionó prohibiendo toda la inmigración a La Habana en la primavera de 1997, imponiendo multas tanto a los inmigrantes como a los propietarios de viviendas que los hospedaban, y exigiendo que regresaran de inmediato a sus lugares de origen. Un oficial del departamento de Estados Unidos del Ministerio de Relaciones Exteriores explicó: "Nosotros teníamos personas viviendo en condiciones infrahumanas en La Habana, sin trabajo. Fuimos a ver a estas personas y les dijimos, por ejemplo: Señor, usted es de Guantánamo. Usted ha dejado una casa y su trabajo en Guantánamo. Usted necesita continuar su vida en Guantánamo. Usted no puede vivir en condiciones infrahumanas aquí en una casa construida con deshechos". El que la ley haya generado deportaciones masivas queda abierto a la investigación futura. Los testimonios son contradictorios. Los funcionarios cubanos afirman que "nadie" ha sido forzado a regresar, pero otras fuentes afirman que cientos, incluso miles de personas han sido expulsados de la capital y que la orden de deportación ha sido implementada violentamente.

La presencia de estos inmigrantes negros en La Habana fue vinculada al incremento de la violencia y de la delincuencia, y este incremento –cuya existencia las autoridades reconocen– fue explicado en términos raciales. "Mira, todos tenemos problemas", declara un profesional blanco en referencia a los inmigrantes, "pero mientras yo intento resolverlos a través del trabajo o de otras maneras legales, lo que el negro hace es recurrir al robo". Según una profesional blanca, esta visión era incluso compartida por las autoridades gubernamentales: "estaban ocurriendo muchos robos y ellos fueron acusados. Fidel los ofendió diciendo algo así como que La Habana Vieja está llena de delincuentes orientales".

Así, la crisis de los años noventa ha resultado en tensiones sociales y raciales crecientes. Usando nociones racialmente definidas, como la "buena presencia" y el "nivel cultural", a los afrocubanos les han negado oportunidades en algunos de los sectores más lucrativos de la economía, particularmente en el turismo. Como ocurre con frecuencia, la intensidad de los prejuicios raciales está directamente relacionada con

cuán deseable es el trabajo. Las estrategias de adaptación de los afrocubanos, que frecuentemente suponen la participación en actividades ilegales como la prostitución, el mercado negro, o simplemente el robo, son a su vez utilizadas para demostrar su supuesta inferioridad congénita. Tal inferioridad se demuestra también, dicen los sostenedores de este argumento, por el hecho de que después de cuatro décadas de socialismo, los afrocubanos constituyen la mayor parte de los llamados delincuentes y marginales. Dadas estas percepciones, no es sorprendente que los negros sean detenidos con frecuencia por la policía, como afirma un periodista. Esa es la tragedia del racismo: es una profecía que necesariamente se realiza: se le niegan oportunidades a un grupo social determinado por sus supuestas insuficiencias y vicios. La falta de oportunidades, a su vez, crea las mismas insuficiencias y vicios que se alegaron inicialmente para justificar la exclusión.
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Chago: poemas

Seleccionados de Efory Atocha, blog de L. Santiago Méndez Alpízar (Chago), por Fogonero Emergente

RESUMEN DE DIAGNÓSTICO
/Tercer Poema fuera de Libro/

Para Eva. En España.

1

Ella no cree que sea capaz de matar

De arrancarle las tripas a un tipo
y luego leer este poema

Ella no quiere creer
que soy un hombre bajo
y con pocos escrúpulos

Que he vivido
gracias a Dios y a ese instinto
a esa forma de trampear

Ella dice
que mi salto en el estómago
es una metáfora
y que nada tiene que ver con la mierda

Ella me hace historias
sobre mí

Dice que no tengo otro remedio
y suelta la palabra ternura

2

Quiero que sepan
que ya no duermo a su lado

Soy demasiado bueno
para una mujer enferma

NO TE EQUIVOQUES:
MAÑANA SEGUIRÉ ARAÑANDO EN EL POEMA


Tal vez un disparo en la cabeza

Un harakiri /

con los poemas que /
con todos los poemas que
siguen llenando el cerebro de esta máquina

Una caída libre desde algún puente famoso

Un puente por donde tengas que pasar
un puente donde larga sea mi sombra / larga sea
mi muerte

Entonces /
llenarás de agua / de colonias la memoria

Completarás tus desgracias con las mías

Comenzaré a ser persona / un hombre bueno /
relegado /

Hombre de su tiempo / Adelantado /
quizá
para la época /

Con un final sabido desde el primer día
desde el momento en que agarraron la cabeza con el fórceps

ERREGE

Unas cuantas fanegas de tierra /

una casa / nada de vecinos /

Llevar a Luar a escuchar Cobos /
Los antes sabrosos crudos de Cobo /

Toda esta tristeza te la puedo meter por el culo

Luego me acusarías de maltratador /
de sentarme a ver peleas en la Plaza de Lavapiés /
de no escuchar las horas importantes de tu vida /

Luego / ya sabemos /
me seguirás arrinconando /
para finalmente quemarme en tu desmemoria /

Por poderlo todo / sólo puedes eso /

Unas cuantas fanegas de tierra /
unas otras gallinas / algún pez /


POEMA PARA SAPINGO LENGUADO

Estoy mirando los libros y las fotos
La rutina /
las mismas horas para desintoxicar
carpetas de ansiedades /
archivos que la memoria /

puta de la calle Montera /

encrespa /
desordena /

De dónde sales hijo de puta

Tú /
en qué hambre no me atosigaste

El hijo de qué tierra / te parió cuál madre de las mías /

Estoy mirando tu cara /
el tonito / tus infinitas libras

La pilla lengua /
esa lengua tuya /
las reconvenciones /

constante de poner la bota
en mi falta /

En cuál poza zambullimos

Cuáles nuestros surcos para la chapea
-el primer singao rocío –
plataneras enfangadas a las 8 de la mañana en el Caribe

Cuál de los aguadores eras tú en el Concentrado Augusto Cesar Sandino
frente por frente al Matadero Municipal

/ 11 años / 6tº grado /

De qué héroe quieres que te preñe

Yo / que un día me tragaron a Maceo /
y nunca más probé las mismas setas /

nunca más cagué en el mismo trillo /
ya lo he dicho antes /

Y tú / de dónde cojones sales

S/T

Ciudad de prisas y vericuetos
/ ahora fuera bueno quedar fuera /

Lejos de tu sombra que atiborra
me siembra en las esquinas
fumado de hachís
borracho

asqueado de soñar tu próxima caída

Soy tu Fontanero

Desatasco la mierda
añeja /
pestilente de tus venas
Esnifo de tu hollín y
concilio tus vicios y mis dudas

Ciudad de fútbol y trenes subterráneos
de políticos Armani
putas callejeras

/ hermosas putas de las calles /

Soy tu Fontanero
--------------
ROCKASÓN CON VIRGILIO PIÑERA
------------------ /Sexto Poema Fuera de Libro/

-------- Para mi Padre, y, para Robertico el Gordo: Ibaé Bayé T'orún

Poema del libro "Punto Negro" publicado con prólogo de Ricardo Alberto Pérez. Editorial Betania, Madrid, 1996
. Portada para la edición de Barbaro Miyares.


1

A quién le importa
la levedad de una Isla

Todo coincide en la ruptura

Entre un vertedero
y otro
un vertedero intermedio
-------- /coordenadas de la historia/

Un punto en el espacio
es una fuga

Entre una historia y otra
un punto negro

Un punto negro es una fuga

A quién le importa
La levedad de una Isla

Entre un vertedero y otro
La úlcera de Chago

Un punto en el espacio
es una fuga
---------- / fugada de la historia
---------- la úlcera de Chago /

Todo coincide
más allá de la úlcera de Chago

Chago levita
como un huevo de avestruz

pero

a quién le importa
la levedad de Chago

que es decir la levedad de una Isla
------
2

Un policía
Para cada vendedor de pizza

Un inspector

Un grito y
la mierda
Literalmente la mierda

------------ Que fluye
------------ Fluye

Otro ladrón

Otro turista
------------ / ganja Mr.
ganja

I´have ganja Mr.
ganja

Rockasón
Estoy bailando Rockasón

Otro pomo de aceite y
otro grito

because
todo fluye Virgilio

Es la maldita circunstancia

Rockasón Virgilio
estoy bailando Rockasón con los muchachos…

Suerte la de Flora
tener los pies tan grandes
significa un paso de ventaja

Ganja Mr
ganja
y
Rockasón

--------- Because

todo fluye Virgilio
todo fluye

Allen Ginsberg
bailando la guantanamera
en 23 & L
----
--------- -enganchado y satisfecho –

Suerte la de Flora
bailar con un tacón jorobado
puede ser de muchas propinas

Es la maldita circunstancia

Porque
todo fluye Virgilio
todo fluye
----
3

Virgilio baila el Rockasón

Da lo mismo un signo
que la última corrida en bolsa negra

Éste es el signo de Virgilio
Más de un par de pánicos definen
la estrategia y la escritura

Virgilio baila el Rockasón
y piensa en un pene

Virgilio que baila en la levedad
de una Isla
permeada de penes

4

Castigo fue el agua

La disección de una Isla

La luz que gravita y
llega a ser cáncer

Porque
todo fluye /
----- el policía
----- el vendedor pizza
----- el maricón reprimido
----- la tuberculosa que humanamente
----- donó los órganos
----- la de las tetas elásticas
----- el huevo de Chago
---------- - paridor de una úlcera –
----- el ministro
----- los poetas más poetas
----- la Ceiba y
----- el Cha-Cha-Chá /

Castigo fue
La disección de una Isla y
el agua
-------------
5

Mojo al gato y la Isla se consume

Plasticidad de la Isla y
gesto pródigo

Sombras enunciantes del fin
ahorcadas en la plasticidad
de un gesto

Virgilio Piñera
colocó la herrumbre
------ / la dimensión de un
------ punto negro /

Mojo al gato y
la Isla se consume

Plasticidad
y dimensión de un punto negro
----
6

Éste es el final

Ahí va la sangre

Los cuerpos descompuestos

Ahí va la herrumbre

Rockasón

Mírame a los testículos baby

Me sudan
sólo de pensar en un poema

Rockasón

Éste es el final
----
------ - la sangre
------ la herrumbre
------ Virgilio –
todos son un punto negro

Ahí va Virgilio

Descompuesto y feliz

Rockasón

Mírame a los testículos
baby
me llueven si pienso en un poema

Éste es el final

Hay que morder hay que gritar
hay que arañar
He dado las últimas instrucciones
-------
7

A quién le importa
la levedad de una Isla

Desenlace y trauma de la historia

Definiciones y sentencias
de lo inevitable e
--------------- indefinible

Desde el vertedero es la fiesta

----- - desde la resaca –

Carnaval de cuerpos descompuestos

Rockasón
y poemas herrumbrosos

Sangre

Todo fluye

Todo coincide en la ruptura

Entre un límite y otro
---------------- el agua

Baste decir agua
y la disección será completa
-------
8
-----

De qué final se habla

Desde el vertedero es la fiesta

Hay muchos ojos y
muchas lenguas
------ - largas y peludas lenguas –

Rockasón Virgilio

Rockason y
mueve tus caderas

Carnaval de cuerpos descompuestos

Sentencia de una Isla permeada
de penes
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