Poemas inéditos y nuevas versiones de Pedro Marqués de Armas en Fogonero emergente
CLARO DE BOSQUE (SEMIESCRITO)
las puertas se abren hacia
dentro y
con horror infinito
hacia fuera los pensamientos
pienso
en una escritura‑intensidad
pero no es escritura la palabra exacta
(exacto es claro de bosque)
ni siquiera la que más se aproxima
ya que
ninguna palabra es tan intensa
para ser escrita
en el horror infinito de unos caracteres de tierra
el cerebro desenterrado
de esas tierras al margen y
sin embargo
en algún punto o claro de bosque
calculado
(en la cabeza)
aunque el término punto también inexacto
y aún, todavía las rayas‑excavan
cada uno de esos puntos dispersos
(pilar de lengua viva)
los caracteres se desprenden
al simple roce de las manos
así también la tierra
al borde de ciertos farallones o mantos de pizarra
ininterrumpidamente hacia
dentro y
con horror infinito
con (más) horror infinito hacia fuera luego
campos
cabezas
molinillos‑organillos en Mandelstam,
Nietzsche (‑!que crujen!‑)
y ahora
en la nunca espectral y absorbente cabeza de este Bernhard
con intensidad cada vez más creciente
más sin salida
hacia dentro y
fuera
lo mismo hacia la intersección
entre una idea, clara
de suicidio (sostenida a lo largo
de una existencia todo ella entregada al suicidio)
y el acto
al abrirse la puerta en la sima
‑sismática
con fondo de hueso gris y libre
de todo resto de tejido humano
"allende los humanos"
así en las minas al aire libre de Serra Pelada
400 km al sur de Belén
donde los humanos (moléculas rientes de negror corredizo)
han sustraído
en un corte sagital
la órbita de un ojo infinitamente horrible
semiescritos
emergen de la mina y
la tierra (pilar de lengua)
escala por los bordes
reproducen el movimiento (ardoroso)
de la masa (de tierra)
que no va a ninguna parte
ningún pájaro atraviesa el aire libre
de estos yacimientos
el cielo ha perdido su convexidad característica
y, además
su oficioso ‑y noble‑ speculum
como si en estas minas de oro
400 km. al sur de Belén
se hubiera operado ya
en la intersección
el corte sagital del cerebro
de manera
que
la cabeza y el ojo
el ojo y la cabeza y
así los campus (de ojos) y los campus (de cabezas)
expresan la superficie
(ya,
exclusivamente
extirpada)
o sólo es,
exclusivamente,
el fondo de la mina
en uno y otro sentido no debemos ceder en la intensidad
así Bernhard
con horror infinito
ante el claro.
(MANDRÁGORA)
En el borde interior de la frontera, que otros prefieren llamar callejón sin salida, ‑B. se mató.
Claro que todas las fronteras son mentales, y en el caso de B. mejor sería hablar de dos.
De modo que B. se mató entre el borde interior y la cresta de un pensamiento que ya no se le desviaba.
Para catapultarse, tomó aquellas raicillas de un alcaloide que había clasificado, y, echándose sobre el camastro de trozos fusiformes, al fin encontró la que buscaba: ésa de una sola dirección en la que todos los números están borrados, y los blancos pedúnculos mentales se desvanecen en una materia de sueño.
LA NUEVA ESTIRPE...
a J.Y
Ya viste los monos en la barcaza
así el delirium de percepción
animales brotan de las celdillas
del cerebro, en ininterrumpida población
y viste alguna roca peduncular
con la vara de cedro ruso que golpea
la puerta : mono, rata, lo mismo hombre
oscuros tejemanejes del anti‑Dios.
C. mostró lo irrepresentable de un Cristo de Ponce; la cabeza ‑sin duda, Zurbarán‑ engendra, si se la superpone, un vínculo que es la superstición (el nexo ‑causal‑ del que Wittgestein habla en el Tractatus). Una emerge a la otra pero es ya ninguna : no cabeza, sino estrata, tegumento, túnica intermedia; no estrata sino hifa de alga (ocre‑cianótico) como la carbónica‑de‑los ahorcados. Y luego el Cristo que deviene mujer según progresa la técnica china del destazamiento ‑tajo de cuchilla o Leng Ch'é. Al resto se le ha suprimido; los pies, sobre polvorosa, penden y elongan una franja‑blanca que hace aún más oclusiva su laringal. Consumida por la betunización (la cuerda, al elongarse, había quebrado una rama de abeto) alcanza su real. Al margen "encontramos otra, ya monda y reseca, un lazo amorataba el lado izquierdo del cuello..."
Uno de esos versos blancos
que Blok escribiera antes de su famoso Campo Kulikovo.
Habría que leerlo despaciosamente:
"Rusia, ya tus gastadas retrancas no suenan."
Como una locomotora que se ha detenido
y el cierzo tenaz cubre.
Leer a Büchner en aquellas condiciones era errar el tiro. Caminar, eso sí. Andar mucho y de cabeza. Caminar se podía todo el tiempo. Pero no establecer relaciones entre la tautología del paisaje ‑hilo de lábil demencia‑ y la materialidad de algunas frases. Como esta, por ejemplo: "El 20, Lenz pasó por la Sierra". En fin, que ninguna lengua es suficientemente viva. Y así como ciertos caminos están ahí para ordenar la locura, lo mejor es seguir de largo...
PEQUEÑA CHINA
a R.S.M.
eran China
las murallas que se abrían
para que tú
pasaras (de largo)
por la red de caligramas
segmentos duros
abiertos (al paso)
en los rollos del Maestro Ka'
cada cual
su pequeña de dedal
donde uno de dolor
parecía (azul franela
el moño largo)
o en cuadrillas de ocho
maquinales
(es un grabado...)
más la hoja de cuchilla
de Lapicque
tensa y brillante
orladas nubes
por lo bajo acanaladas
gotas de hiel
cayendo
como cajas de bolas
en trenes de lavado
al corredor de pulserías
el arte de tomarlo
en tres puntos del radial
crujiente esqueletamen
por el cuello de alambique
ya colgaban
al paso de las Ursulinas
una exacta picota de coolíes
la farmacia o quincalla
de los plúmbeos soldaditos
de una legión de maos
bajo el cielo
igual color plomo
los ejidos (mozárabes)
de una capilla de Asís
al lado
la lometa que drenaba
al oriente
el dragón de corazón
del cinema de roncha regresando
al poniente (por fín)
por si el eje se partía
el jarrón con las flores
del cornezuelo de centeno
y el bosque
de granadas
así
se derramaban (las murallas)
antes de la Gran Revuelta
como el ratón
hace China de su madriguera
subir la cuesta
¿qué muestran
en este punto los rollos del Maestro Ka'?
"como que no hay firmeza
en lo que pisamos
en inarmónicas partes
rodamos"
ya drenaban
(las murallas)
partículas ultra
rotas
desde el cielo
se las podían ver:
el terreno
era lleno
pero el plano
llano
cada cual
su pequeña de dedal
donde uno de dolor
perecía (y de pedal
también)
el sol
sobre los ideogramas
mas el ratón ¡cataplún!
a la caja ya encerada
que en cuadrillas de ocho
una a una colocamos
Virgilio Piñera entre lúdico y agónico