Lizabel Mónica, Desgenerados poemas...




selección del libro Desgenerados poemas (2005-2007)

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Lizabel Mónica. (1981, La Habana) Escritora. Licenciada en Historia Universal.
Vive en Cuba


Ni que sentirse mal rindiera frutos

Se levantó a rompedientes.

(Sinuosidades entre la escama de la una hacia la escama otra.) Lloraba nada más poner las plantas en la losa tibia y resentirse de la temperatura fuera de su adentro.

Por qué habría de caminar sobre los pies de otros cada tarde, cuando el sol poniente reconocía sombras por entre la gente lúcida que gritaba, se agachaba, escupía su suerte desde cualquier anexo de la sobrevivencia ajena.

Que maniática manía de entrecortar las instancias: una y otra, y esta será para ti, mi amorcito, y esta otra, para la otra.

Cariadas fórmulas de inversiones cruzadas: y amorcito mi ti para será esta y otra y una:


Cosificada cada sílaba de mí solo resta que se coma uno la extrañeza a pedazos. Pedazos de algo que está ahí, cada todo día, para que le repasemos solapadamente antes de salir a tomar el sol correspondiente a la madrugada que vino, y a la que se le sobreviene una mañana repetida


Por qué viene a la cabeza sargazos cuando se tiene entre ceja y ceja la desvilculación

--------el modismo todo

--------la sordina de lo que se sostiene a desgano nuestro más que el polvo en el aire

--------la naturaleza toda

--------el edificio todo de la edificación humana

En una pequeñita ínfima posibilidad de sentirnos bien encausados dentro del conjunto.


Escribir entre páginas blancas es nada cuando una solo sabe sortear palabras en cuarentena al olvido,


Y encima se espera que sirva para algo -igual a- se pueda vender en el mercado del mundo.


Con un poco de suerte.


Nexo

Es buenísimo escribir una página detrás de otra y otra y otra página detrás de una.
Sólo eso.
El papel límpido y grave sostentiendo tu pesantez lívida.
Tu muerte de papel de cada día.
Aquí viene una línea, aquí un poco más allá otra línea.
Una línea sobre otra para variar la organización vitalicia de la especie.
(La enfermiza mímesis de la laguna en todo.)
Caba ahí caba ahí caba ahiueca la totalicea vasta figura del contorno nuestro. Más bajito más gordo menos más son las diferencias consignadas.
Una caja a molde para el hermano.
Y luego otra caja a molde para el hermano. Y el cementerio uniforme se levanta entre los vivos para sondear una espera llena de la solemnidad que enmascara bien nuestro miedo/reflejo -hacia una desnaturalización- tanto de muerte tanto de vida.
(El valor-legitimación.) (La mascarilla a usanza se considera imprescindible… Es imprescindible.)


Góndola patidifusa

Cada táctil hora es un anteojo de la góndola patidifusa
en qué maneras (me concibo), en qué aguas (me afuero)

para sumir, manzanas y peras entre hojarasca.

Lavanda la noche se me fue a la orilla
para buscar una manta, a mama, yo no fui
dormí como una mula, entre las piernas del otro.
Y busqué otra tromba
otra sala otra mira
vamos dando hasta las palmas envolviéndola latidos
latidos latidos y
una muerta cosa.
Escribo sin anteojos
-los espejuelos a la cabeza-
mientras deslizo
plumas.
Me entrego a la danza de las palabras

y quisiera zurcir sin ver, lo suficiente,
esta hilera de hormiguitas sobre la cama
cantando, balando, catando,
a cada trazo

la tromba

de la desesperanza “indispuesta”;
de la burla, dormida ancla,
sobre lo nuevo.

Cayendo las san vas tala –con temor- no/puerta.


Ojo

A Naile
Tu ojo-tu ojo-tu ojo. Tu dedo dentro de mí, mojando sobre yo-vido, mojando. Mi cara sobre la tuya en su costado. Miro tu ojo. Parpadeante; intenso. (Vivo.) Bello.
Tu ojo, mientras entras y sales.


Serpentean
Epílogo para Sandra

Murmullo de hojas pálidas serpentean
cantábricas, volátiles silabosas
como si hubiera una marea calma
en su seno.

Tiene panza cuadrada, desnuda piel lechosa,
mustia y blanda,
la suerte
es mía la pregunta, es mía la torpeza de la desfiguración
¿tiene figura mi suerte?

No hay certeza, Sandra, ya lo atisbas mientras intentas sostener la fórmula maravillosa
del contoneo adecuado,
de la apropiada conducta; solo el polvo

y pequeñas piedrecitas ínfimas en su peso
que una va escurriendo siempre levemente bajo el zapato de tacón regular.


Mudillos


-------Mudillos, mundillos. (nudillos.) nunca paralelos. líneas maleables que se entrecruzan aquí. y luego se retuercen allá. desatornillando cuidadosamente. falso. motivo-jugarreta sin autor. tampoco sumidero espaciado o no. de contenido intelectual en bebedero púbico. (existe agua corriente a gravedad.) inquebrantable líquido caída seguramente no. cantemos otra. cancioncilla o al menos. entendamos que. se trata de vocalizaciones;
-------sólo raja/duras de voz.


Amago de estress

Múlido amago de estres chess es.

Mierda. Si pudiera sufrir en la esquina. Dormir en la esquina. Llorar y comer en la esquina vacía, bajo tarde semisoleada de transidos musgos a pies sobre el asfalto en calle y barrio propios. Pero todo lo que tengo es mis entrañas son cuerdas que se retuercen y se anudan y las vainas vaiveneando y meando (las pisadas. Urbana podredumbre.) Y las palabras, mis únicas manos, se resisten.

Hoy no, silabea mi grafía; molido el tendón en la pará lisis, pálida la partida. Amago de nuevo.

No hay punto.


Borboteo

Bastaba la quietud de las alcancías despedazadas para disponer ante una columna de estilo indefinible las sinuosidades que vegetan a su través devuelto, a su través encolumnado sobre azafatas y túnicas de cuerpo completo solo-ojos-hacia-fuera. Cantabrillábamos ella y yo, yo y yo, por sortear malpasadías. Por sortear. Es un alivio tener, aún del destiempo, el borboteo de sí.
Lavas vocálicas y consonantes atragantadas como placas flemosas de infección viral; aún del destiempo. El borboteo de sí.


Entre veteaduras

Cuando el elevado piso entre las veteaduras una orquilla/hormiga pálida descorre las tartamudeadas orillas
y des(en)ciendo la sintaxis inoculada a glúteos mordidos por la piel colectiva
vivo vivo entre piedras.

piedra: revoltillo de trazos que hierven (en) mis venas; ya es necesario bajar la leche del fuego de la hornilla.


Entre veteaduras (I)

Cuando el elevado piso entre las veteaduras
descorríanse aguas en climas templados ánimos
a la inusitada suerte
---------inusitada suerte
---------inusitada -----espera and sad tribulación
tribulapi dada, por generaciones y generaciones
de palabras contenidas. Anidadas. Con T. Nidas y
quitas y quitas, pequeña personilla asusta-
da.


Princpio

En principio es un impulso, un toque que da al traste con y hace que acontezca el drástico ademán de un juguete mecánico. Todo juego, dicen, tiene de antemano sus propias leyes. Un cosmojuego que actúa en soliloquio seguido al pie por los jugadores participantes.

Pero si sale un negro a la calle un día iluminado ¿ha de ponerse o no la piel oscura para pasar por la cebra cruzando hacia la otra vía?


Hueco

Un hueco no tiene por que ser un hueco a través de que se enuncie como tal.

Un hueco se cava.

Y sale a la luz la retahíla de gusanos y malolientes metáforas e imágenes de la muerte.

La maloliente muerte. Maldoliente orificio en la pared. ¿Alguien sabe dónde puedo encontrar una pared?, preguntó el hombre. ¿Alguien ha visto hoy alguna pared?, interrogó la mujer. En ambos un eclipse de preocupación opacaba las miradas. La pared se erguía desconmesurada sobre los hombros de los cuestionados. Estos observaban, desde posiciones más o menos cómodas –colocan a veces bancos en estos corredores-, el curioso efecto de su propia sombra sobre aquella representación de la especie (un hombre y una mujer, una pregunta en los labios de cada uno, una interrogante desfigurando los rostros para siempre tiesos); figuras disecadas tras la muerte –previo consentimiento de la familia-, y pegadas de alguna forma a la pared, expuestos al público.

Hueco. Uno sabe ya lo del hueco, pero… hablando claramente, el hueco está hueco, de manera que: seguro señor, por supuesto señora, todos los días, hora por hora, ya no nos cuestionamos tanto lo de estar rodeados de paredes.


Nimiedades

Nimiedades. Conjunto inarticulado sostenido (agudo destímpanante de pequeñeces sobrevaloradas).

Ni. Ni. Ni. Ni. Ni. Ni.

Nada puede darme el momento bienaventurado
-instante de lucidez satisfecha.-

Si no se escucha a través de mis redes de hierro,
De mis arañadas paredes sordas, de los sonidos inundados a chorros estridentes.
La oscuridad rincónica donde dejo los pasos.
Qué no he querido dar en los días de no poder alzarme en la cama a salir bruscamente de mi cálida somnolencia
(de mi difícil somnolencia; ella es la que dará conmigo,
la que da conmigo, golpeándome, una y otra vez, una y otra, a la vuelta de la esquina.

Ahora escucho. A través de mis redes, quizás distinga mi voz de las) restantes.


De hoja a hoja


Tibias las exánimes aletargadas vacuas mismas hojas blancuzcas que pasas
a pocas delineadas con puntos encriptados y uniformes
del dibujo rescalla un leve giro aéreo de lo que es indecible y se percibe,
por el pasar que acumula el rasgado huir de hoja a hoja,
la aventura.