Reynaldo Jiménez, ramo

en Cacharro(s) 6-7 y medio, junio-diciembre de 2004
textos del libro SANGRADO, publicado en 2006 por la editorial Bajo la luna, de Buenos Aires.

ramo

Oro para no tener.
César Vallejo

RESPIRAR EL PAPIRO, A TRAVES DEL APETITO
que la mano descifra cuando trama el laberinto
de una sola letra tirana hasta salirse el siglo.

llegan, saltan hasta aquí las voces de aquellos
que gozan la luz, su filtro vítreo: una tribu
de esplendor que no rocía, no sacia.

pero la ubicua luz se desprende y soy Gauguin
en el Gólgota, deshago atributos más que asirlos,
cada fruto con sus gotas larvas, moro el párpado

y por la madriguera, de momento, despellejo
un ángel salido de relieve junto al anciano
cedro: el contraste no podría ser más ciego.

los bajofondos dan ala al día, los rostros
son los suplentes en celo de sendas en rama,
los roces a la muerte de la hora sedan.

entro al mar de pasto, estiro (ni el despierto
adviene por dentro desnudo), aplasto
la contraseña de sumar.




RESINA DE DIOSES FROTADOS
con la lengua,
aspirados como un tabaco del flujo,

las heridas siguen reinas
de escarpada luz, a la margen,
cuando el barro-Rothko asoma,

la retentiva retina se enhebra
a la mismísima fuga del conjuro.
parpadea esta espera,

asentimiento de los grajos,
completa ausencia
la red el espacio desoyen.




TORRENTE AL ESTAR SE FUGA, HOGUERA
aplaude, estrato tras otro susto, cápsula con suspiro
amanuense, sorpresa encinta, olor a tiempo, Santa
Rosa de Lima en la tormenta de santarrosa:
entrever presentires pero borrar al reparo,

salir ajeno bajo el ánima inmigrante del friso,
los autos gatos hurtados a resplandores sonoros,
espera que desanilla, al borde disperso,
disfraces rapaces al enfriar sus camuflares,
brisa donde tiemblan, mestizos avíos, los gajos.

las herramientas fogosas dan la mano, retraídas
al uso, trocan el humus con el cuero: se maceran
tormentos en tantos templos del solo instante, ante
esa diosa sucia de boca en boca que anda —manosearla,
otra forma de nombrarla—, es otra mano cuanto toca.

opaca frescura de lo intacto, lo unívoco del acto
alerta, labran esta grima, por evadir la grilla y perfluir,
o hacerse del curso sinuoso que, a oscuras, de una
pieza queda. ¿se creería despegar como al navío
los ancestros, respirar los que antes hubo, sin pacto

con lo ya-visto a solas cual primate mano? ¿hambre
de no pesar siempre que rumio, búho equívoco el destino
jamás dirime? así que, de improviso, sin estribillo,
la letanía planta entre las letras hebras, enredadora
entregada a la placenta de un roce,

en un cruce de tréboles lo intacto tiembla,
en el ciervo una red de tangencias inaudibles,
en el delta de venas la sonaja del jardín que atravesado
por la fuga hebrea hacia eldorado permanece osario
y pulsa, a la vez, el solo sentido del espacio.

sentir a pérdida: alrededores enteros a la escondida
juegan con sus dioses de odios, infrafina cicatriz
de ilesa luz, con semejante hambre al ras —¿qué
herirás?—, instrumento rumor
anterior al rostro.



LOS TRES MONOS SUPURAN ALEGORÍA:
dan
alegría de sólita flor.

de pronto entra la nube en casa.
no faltará quien profiera: caza, u otro
oírá la espera que al hambre abra.

aunque el pabellón no estalle, sendas
del entrelazo tenue, los monos
achispados por la vigilia infunden,
trashuman el marfil del sucedáneo,

van certeros y a su hora, que antes
fuera, con tinta invisible, contento:
capaz aparezca cuando menos se espere.

nada escucho de mí el simio crudo,
ni el que hala escudos habla ahora
cuando ya el espacio a su Estrella
enamora y la sed apagar no se sabe.




ENTRADA EN EL BOSQUE LA RANURA
entre las barbas del árbol corteja
un rayado sol esta espesura,
al soslayo de ranas descorteza

y traza confidencia límpida
si asimila al despertar factor sor-
presa de momento siempre tras
la rompiente el mar en aros

aún por hacerse actor del cielo
avispado tremor en celo pues
espero algún día haber nacido
este lapso sostenido más acá

pero no ser sino la entera
revuelta del instante prójima
cautiva laguna en el diamante
para alguna que otra suelta

de lumbre tal vez resuelva
al borde alga y con la hora
a flote florezca la corriente
en su seno se nos disuelva.



NO LUZ ERES DE LO MORTAL
sino en ojos si atraviesan
del pasar fechado tu semblante.



ZUMBAR DA NACIONES DE CÍRCULOS,
con suerte en todas partes la muerte crece,
más y más pieles de antigua escarcha,
al sol natal y fiel de una sola
pregunta, ramo al asir de un halo,

curación a cada surco, incluso el seso,
bien esquivo, cuando alargo sombras
sobre la mesa del racimo, desamarre
la escucha en flor, en la noción, en
cualquier parte.




LO QUE FUE UN COLMILLO JABALINO
cazado en Cathay y alcanzado lacre,
afelpado párpado en abuelar vitrina,
muescas de fronteras que oscilan,

esta rima, prístina prisa, esta pausa
en la grima huesa, gíria de risas ariscas,
esta espira tan viva que la encuentro
de pronto a la salida,

se toma su tiempo, su vaso de fuego
que apura de un trago, lo que fuera
un rayo cruza el alerta firmamento,
borra la danza si su objeto no vacila,

mientras extreman sendas en la falla
cuneiforme que simila rasgos, en la talla
del hecho con su nado, dragónica sangre,
una batalla hace siglos perdida,

esta esfinge cuya muesca arenas no hincan
sino a salvedades, hasta el asombro lábil
del contraste, un pie en la tierra, el otro
entre esferas de esquirlas, suelta estelas,

dejan de ser mar estrellas
sobre la línea del pulso en el pasto, este
punto de ceguera en torno en que, de pronto,
porque mana, encuentro a la salida.




(BENTEVEO HAS VUELTO DEL ROCÍO
y de las vidas visitadas en un campo
de asilos huecos, ya desviste
cómo en monte de sátiros discuten

a su margen el precio del cruce fugitivos
y el barquero a la vera del bar, junto al
espejo adonde piernas vénse mezcladas
a la mariposa en la botella, se irisan

en otro lugar escenas tras el nudo rumor,
en vez de corazón motor inmóvil, roces
del asomante estigma en semejanza,
por el momento qué flechazos

con certeza cuecen, sin perderse de vista
ante el pescuezo de la furtiva copa,
en cuanto saca la hora a relucir
la rosa lucidez de estar perdido

afila este segundo en su lugar,
premonición de quien se ha ido,
de alguien memoria que vendrá.)




SIN CONDICIONES LA LUMBRE ADVIENE,
detiene hasta el punto hurí, abre la boca
huidiza, hiere con filón de pitia, protege
la entrada en materia, ciñe a quien apenas
disponga, porque sea en su efluvio sónico
eje o ejido que el ojo preña con efugio
ensueño, insomne al destejer el gesto,
sin reverso de espejo del cual prender.




ABRE AL MENOS LA VELADURA VENTANA
a la tarde coralina colmena almenar,
colma al vigía doble ciego, y reverbera
colibrí: alumbra la verbena y la quema

en que despeña el bosque medular,
medusa apura el-roce-de-las-musas
y de perdidas cuentas deviene brisa
la hierba, con segura desmesura burla

verdes al moverse, al ver deshila
la partida la sola herida a su través
alunar, sigilo dando foco sin respuesta,
siglos a la sombra, la víbora verbo

vibra, observa silencio el día.




FUEGO DEL NEGRO FONDO EN QUE LATEN
todos los peligros, relámpagos de un sabor
asiduo, pasión del eco, donde sin dorso
flota el rostro para el envés hechizado.

entre ramos entrópicos a lo lejos girando,
traspasado, Paul G. sumerge ante la curva
en que se atiene a mayor desasimiento,
inconcluye al ras de anamorfosis.

la cara va jugada, para roer a tiempo el ancla
desconsuelo y el anzuelo claridad, la meta fósil,
sarcoma de la sacra parca en craso parque cuya
entrepiel dobló al reptil aquél que vi en el cuarzo.

con limo alimento en vilo el milagro, con aliento,
a través de ti, ni aferrar asistido o encerrado
en la lengua, ni nacer: punto semilla o nudo
para quien desacata al desatar origen

en gira sierpe de los plumajes insaciables
en su ramo, picadura de incurable
en la piel temprana, hace tanto allá,
para que tantas calles.




MAGIAR SE AQUILATA LO QUE ARDÍA,
el ritmo a flor de piel como un manglar
se deja atisbar, entre el día, frescura
adonde apoyo todavía el indistinto oído

y cuento el suelo contigo en ausencia,
mastico los de la siesta roces con inestable
ataque de instrumento: ascua-bosque, aunque
supuro también por clandestina pista

en la tarde seminal, tocante al derrame
que maduró los labios o la margen perdida,
de costado, y que se frota, lo que revela
este niño en turbulencia, al agujero prójimo,

bajo marfiles neón transfigurado, seno
en que la anciana y su madre la radio
dejaron la entera tarde prendida, minado
perro del mismo sarro que aquel Adán

de los espejos dejándose borroso apretar,
aún en la conspiración, fiel herida
del haz que da la hora cuando sin asco
el último tajo va primero.




EL CUERPO ES TELA BAJO EL ACUATICO TRASLUZ
de la escritura perpetua entre los tierras del trazo,
el oleaje de pronto ha devenido estrato, el rostro
se bifurca pero reencuentra en la pregunta el hilo
de la oreja y su recinto perdido en escuchar atrás,

la decepción a flor de labios por su marca umbría,
la diagonal esquiva del reojo que flechar se acecha,
las rajas del óleo, según el paso, tachan la frente
que ahondan diagonales, residuo celeste salpicando
el pecho que inexiste e insiste, cartesiana glándula

la asimetría anterior a punto en cuello, el doble
mentón de su sanguínea fuga, la límite distancia
entre dos curvas, ave colapso, al sostener otros
oros el trasfondo, revuelta alerta la espesura
de rostros si comparten rasgos en el espasmo

con que se abre quien no se ve y jamás visto
fuera, sino rendija, ceja de selva contra el reparo
del día repartido, aliento justo a la sien
—Lilith, Salomé o Saba
enamorada de esa cabeza que lentamente rota

con alguna de ambas manos que por ninguna
parte ralentadas en caliente ver se pueden—,
pero cómo aquel perfil afilándose prestó
al rostro ensimismado que brota un hombro
y el ánima encandila al rumor pues penetra

la trampa de poder del tímpano, el ligero
pasmo del pómulo, oquedad, qué escucha
el registro fortuito de la fuente, qué torna
a la suma sorpresa ya tomada, ya repuesta
del tajo cantante con la edad, qué resiste

la encendida del mechón nocturno
a que de pronto la espera dispone, responde
a la presión con flores opacas, a la luz
mortal rehace un nudo que estalla el gesto,
ante inversa luna, dueña del traspaso,

y, más picoteo que eterno, este leteo sucede
al retorno, duran lo que explaya una laguna
estos pigmentos, su elemento lama plasma
sustento, vértigo las voces la planicie quieta,
pues para siempre el desamparo sonríe,

para mejor ver, para siempre partir, por aquí
cerca, estoy seguro, esquina que está de más,
junto al monte fijo temblando de puro sátiro,
las pezuñas del cabro con su mónada, madre
ajena del drenaje, si respirar hasta la fecha

no resigna el ojo, coincide Eva tras cristales,
porosa contienda entre este lado y el de allá,
en veremos sigue, cada vez que a la vitrina
asoman nuestras sombras, aura temprana
aún antigua, cuando esta fruta muerdo

mientras destilo a través del mercado
en llamas bajo amenaza al margen
del desierto que fuera selva dentro
permanece indócil presagio
de la fuente.