Lunes de post-revolución: ZAPAFITI, Orlando Luis Pardo Lazo.

SUELAS BAJO EL CIELO DE UNA HABANADA SIN ZAPATOLUCIÓN

Una ciudad muy vieja que de nuevo se va de viaje.

Nomadismo allí donde todo parecía estancado.

Los que votan con los pies son un porciento que no cabe en ninguna elección del Poder Popular, ni tampoco en un proyecto de recogida de firmas con fines constitucionales o de canonización (en ambos casos, del piesbítero Félix Varela).

Ingravidez grave, por suerte.

Huelga no de los brazos caídos, sino de las piernas en alto.

Éxodo intestino no de las espaldas mojadas, sino de los pies resecos.

Estado de flotabilidad terminal.

Zapatos inflables como globos en miniatura.

Un fantasma recorre La Habana: el fantasma descalzo de Matías Piérez.

Suspensión de la incredulidad.

Todo lo sólido se desvanece en el aire.

Todas las suelas también.

Es la clásica y facilona idea de una isla de corcho.

Elogio y choteo amañado de la chancleta de corcho.

Desmemorias de una república que lanzó cadenas a los cables para pasar del apagón a la revolución.

Las cabezas de los porristas colgadas del cablerío como colofón de otra revolución anterior.

Shoefiti o zapafiti local.

Eterna nación etérea de zapadores.

Espiritismo de cordón (de zapato).

Remix de medievalismo y posmodernidad.

Mensajes de peletería anónima (piedra roseta marginal): amenaza de asesinato mafioso, marcaje felino de la barriada, promoción comercial de estupefacientes, fiesta de borrachitos sin patria pero todavía con amo, jolgorio de colegiales en fin de curso, matrimonio falso de gays, violación de la virginidad, objetos donde disimular los apestosos micrófonos del "aparato" (ortopedia de seguridad), pacto de salida clandestina entre balseros, victoria olímpica del equipo local, punto de encuentro para una "asamblea de rendición de cuentas" o citación para las multitudinarias "marchas de protesta" a ras del mar.

Los cubanos de a pie.

Ciencia, conciencia y piescencia.

Los habaneros del aire.

Tótem y tabú: colgar un fetiche de los cables con tal de no comerse uno el cable.

Capital simbólica de la energía potencial newtoniana: ¿la ecuación depende sólo de la masa y su altura?

Objetos volantes sí identificados (OVSI).

Zapatos colgantes de Hababilonia.

El zapafiti como novedad de los años 1990: la década más crítica y menos hipócrita desde los campos de concentración impuestos por España.

El shoefiti como slogan cooltural importado de USA: dentro de la Reeboklución, todo...

Conducta impropia por cuenta propia.

Leyenda urbana de un quiropedismo tercermundista.

Pedofilia entendida como estricta etimología: amor por los pies.

Inaccesible zapatería ambulante.

Repostería de postes adornados para el carnaval que siempre viene o el velorio que nunca se fue.

Telefonía a patadas.

Abundancia del ripio y el rastrojo.

Prohibido poner los pies en las paredes.

Pisar el cielo y no el césped.

El zapateo era el baile de los guajiros hasta que en el 59 el campesinado le propinó un puntapié al latifundio.

Quien calze un 59, es un caballo "pata de plancha" que podría caminar sobre las aguas o al menos dormir de pie (en el calzado más bien enorme de Jesús del Monte).

Pietá del paredón: sólo los cristales se rajan, los hombres mueren de pie (arriba los pobres del mundo / de pie los esclavos sin pan).

Resistir al pie del cañón y encima creérnoslo a pie juntillas.

Zapatero a tus zapatos: no te dejes meter el pie

Por lo demás, caballo grande (ande o no ande): la talla del pie como garantía estadística de una falofisiología exitosa.

Zoociología elemental para plantígrados patrios en el archipiélago de los mil y un callos.

Los zapaticos me aprietan.

Los zapaticos de raso (guardados en un cristal roto).

Nemesia, flor carbonera, con sus zapaticos blancos sacando chispas a un transformador de alto voltaje (un "caballito" en cortocircuito).

Zapafiti o shoefiti local.

Gravedad ingrávida, por suerte.

Incredulidad del suspense.

Estancamiento allí donde todo parecía nómada o no dar más.

Etérea nación eternamente a la zapa de los slogans: contra la Reeboklución, nada...

Una ciudad de viaje que de nuevo se ve muy vieja.