MARGO GLANTZ: Paul Celan, en el fondo...


MARGO GLANTZ
PAUL CELAN, EN EL FONDO...

(Conferencia en la Casa Refugio Citlaltépetl, 23 de marzo, 2000, Ciclo: Figuras del exilio)


Empiezo este texto con unas palabras, por lo menos curiosas, de Primo Levi, quien se suicidó en 1987, algunos años después de publicar el libro El oficio de los demás, del cual cito en extenso:


"Lo decible es preferible a lo indecible, la palabra humana al gruñido animal. No es casual que los dos poetas menos inteligibles de la lengua alemana, Trakl y Celan, se hayan suicidado, a dos generaciones de distancia. Su destino común hace pensar en la oscuridad de su poética como un prepararse-a-morir, un deseo-de-no-ser, un escaparse -del mundo donde la muerte buscada es una coronación...Se siente que su canto es trágico y noble, pero confusamente: ir más lejos es una empresa desesperada, no sólo para el lector común, sino para el crítico.

La obscuridad de Celan no es desprecio para el lector, ni impotencia expresiva, ni perezoso abandono al flujo del inconsciente: es de verdad un reflejo de la obscuridad de su propio destino y de su generación que se va espesando alrededor del lector, apresándolo como una tenaza de acero y de frío, a partir de la cruel clarividencia de Fuga de muerte hasta el caos atroz y obstinado de sus últimas composiciones. Esas tinieblas, cada vez más densas a medida que avanzan las páginas, se convierten en un último balbuceo desarticulado. Consternan como el estertor de un moribundo y lo son en realidad. Nos atraen como atraen los abismos, pero al mismo tiempo nos destituyen de algo que debería decirse y no se ha dicho, que nos frustra y nos repele. Yo pienso, por lo que a mí respecta, que se debe meditar sobre el poeta Celan y tenerle compasión más que imitarlo. Si su mensaje es un mensaje, éste se pierde en el ‘ruido’. No es una comunicación, no constituye un lenguaje, o a lo sumo es un lenguaje embarazoso y mutilado. Como él del que va a morir, como el que todos tendremos cuando agonicemos. Pero justamente porque los vivos no estamos solos, debemos obligarnos a no escribir como si lo estuviésemos. Somos responsables, mientras vivimos: debemos responder de lo que escribimos, palabra por palabra, lograr que cada palabra tenga un peso"

Y desciendo de inmediato a lo literal, lo agarro desde abajo para poder situar a Celan, quien escribe desde los residuos, los restos, pues, ¿qué otra cosa es la ceniza? Sé que estas palabras - residuos, restos - han sido demasiado utilizadas y hasta banalizadas por el manoseo al que se las ha sometido. Quisiera recurrir a ellas sin embargo, en tanto que cenizas reales, concretas, producidas en serie por los nazis, de esas cenizas de las que nos habla de nuevo Levi en su ultimo libro Los hundidos y los salvados, son cenizas de las que podemos responder porque están repletas de significado aunque su ligereza parezca desmentirlo:

"Las cenizas humanas provenientes de los crematorios, toneladas diarias, eran fácilmente reconocibles como tales pues con gran frecuencia contenían dientes o vértebras. A pesar de eso, se usaron con distintas finalidades: para rellenar terrenos palúdicos, como aislante térmico en los intersticios de las construcciones de madera, como fertilizante fosfórico; especialmente se emplearon como arenas para cubrir los caminos de la aldea de las SS, situada junto al campo (se refiere a Auschwitz , naturalmente). No sé si por su dureza, o por su origen, aquel era un material para ser pisado"

He tomado a Primo Levi como paradigma, representa uno de los extremos de lo decible en relación con el exterminio de los judíos de Europa, tarea a la que tanto Celan como Levi se abocaron en sus escritos. Levi y Celan, sobre todo Celan, violaron la prohibición expresa de referirse a Auschwitz tal como esa prohibición fuera formulada por Theodor Adorno: Escribir un poema después de Auschwitz es bárbaro.

Se trata de la polarización más absoluta, Levi, acostumbrado a mirar la realidad con los ojos analíticos de un científico, un tipo de científico especial puesto que trabaja la química inorgánica, contempla las cenizas y el lenguaje desde la misma perspectiva, ambos son objetos literalmente, tienen sentido en su concreción absoluta, las palabras sirven para comunicarse con los demás, son un instrumento ni más ni menos que los matraces, las redomas y demás herramientas que propician las metamorfosis, esa posibilidad alquímica a través de la cual ‘de una materia imperfecta se obtiene la esencia (El sistema periódico, p. 67)’, como de los cuerpos de los judíos incinerados se obtenían materiales útiles para los arios, materiales aptos para la profanación.

El yo de Levi es un yo sin equívocos, es el yo de Primo Levi, un yo que se dirige a sus semejantes para hablarles con responsabilidad de un acontecimiento que no debió de haberse producido, un acontecimiento llamado Auschwitz, una experiencia imposible de erradicar, que nunca ya dejará de suceder, repitiéndose incesantemente, como en el sueño recurrente que Levi describe en un poema en donde la cotidianeidad del campo es eterna en su retorno, el retorno a una orden que interrumpe el sueño- en el campo y en la pesadilla recurrente : Wstawac, una palabra cuyo peso es excesivo, la verificación de que no se ha salido del campo ni nunca se saldrá y de que se ha iniciado un nuevo día de trabajos forzados, hambre, sed, frío, vejaciones. Palabra asociada a las cenizas, hechas de residuos de cuerpos consumidos. La palabra Wstavac, palabra polaca casi impronunciable, se agrega a una palabra pronunciada por Hölderlin como un enigma, un balbuceo inarticulado, un estertor de moribundo, un-escaparse-del-mundo, un encuentro con la locura o un intento por descifrarla, una palabra-llave, palabra contraseña, como la palabra hebrea Shibboleth, tomada de la Biblia, de los Jueces, y que intitula un poema de Celan, cuya referencia concreta sería un doble exterminio, el de los republicanos españoles a manos de los franquistas en 1934 y el de los judíos de la tribu de Efraín exterminados por los de la tribu de Galaad, reconocidos cuando pronunciaron la contraseña que los identificaba. Estas palabras son palabras de naufragio, palabras supérstites, emitidas por un testigo-sobreviviente y arrojadas como desechos, restos, residuos de la lengua, como esas palabras oscuras a las que Levi teme y aborrece, palabras con las que rechaza la escritura de Celan, y con todo semejantes a las proferidas por Friedrich Hölderlin, el romántico alemán, cuando ya éste vivía en su torre-manicomio, territorio de su locura. Las palabras de este precursor, alter ego de Celan son: "Pallaksch, Pallaksch", con las que concluye un poema del poeta del que me ocupo, escrito en 1961, después de una visita a Tubinga, donde vivió el poeta romántico sus últimos años. Palabras marcadas y cercenadas del resto del poema por un paréntesis y unas comillas; con ellas Celan explora justamente ese territorio que tanto le asusta a Levi, el de lo inarticulado, el estertor de quien ya muy cerca de la muerte y sujeto a la locura produce un balbuceo. Esbozo, a mi vez otro balbuceo, un intento de aproximación en español al poema de Celan:

Llegó, si llegó, .
Un hombre
Llegó un hombre al mundo, hoy
con
la barba luminosa
del patriarca: podría
si pudiera hablar de ese
tiempo, él
si pudiera
balbucear y sólo balbucear,
siempre-siempre,
más-más
("Pallaksch, Pallaksch")

Un dato al margen : cuando Celan decidió suicidarse estaba leyendo una biografía de Hölderlin; en su escritorio, una página abierta con unos versos subrayados: "A veces el genio cae en la oscuridad y se hunde en el oscuro pozo de su corazón", (Festiner, p. 287)

Wstavac significa, quiere decir algo, es una orden pronunciada en un idioma extranjero para el protagonista y para muchos de los habitantes del campo, aunque al ser emitida como un aullido, como cualquiera de las órdenes gritadas por los alemanes o los kapos, perdía su integridad como palabra humana. Pallaksch es de entrada una voz extranjera, nos llega desde otra orilla, la de la alienación. Hay una tercera voz , es emitida por un niño mudo del que nos habla Levi, es otro producto de desecho del campo, los deportados lo llamaban Hurbinek, un día, después de la liberación de Auschwitz por los aliados, se le oye murmurar un vocablo: mass-kló o mastikló. ¿Qué quiere decir esa palabra, se pregunta Levi en La tregua?: "Hurbinek, el no nombrado, cuyo minúsculo antebrazo portaba el tatuaje de Auschwitz; Hurbinek murió los primeros días de marzo de 1945, libre pero irredento. No queda nada de él: testimonia a través de mis palabras"

¿No parece haber una perfecta simetría entre esos vocablos, aunque el usado por Levi parezca remitir a algo articulado, y los otros dos sean respectivamente Pallaksch, la voz de la locura, y Mass-kló, simple pero también totalmente, la voz del hambre o la de una identidad precaria? ¿no son también cenizas esas voces emitidas desde los resquicios más pulverizados del habla?

Pero, ¿quién es Celan?

Celan tuvo cuatro nacionalidades, la rumana de su Czernowitz natal, la antigua Bukovina del Imperio austro-húngaro, donde nació en noviembre de 1920, recibió el nombre de Paul Antschel y era descendiente de una familia judía tradicional y religiosa. Después del pacto germano-soviético en 1940 se vuelve ciudadano ucraniano, entra a la universidad y aprende ruso; cuando ese pacto se rompe y los nazis invaden la Unión Soviética, vuelve a ser rumano en la Rumanía nazificada, aunque en realidad es sobre todo judío de ghetto y, luego, un deportado en un campo de trabajos forzados; ese mismo año de 1942 mueren sus padres en Ucrania, el padre de tifo, la madre quizá de un tiro en la nuca por ser incapaz de cumplir con los trabajos forzados. Al terminar la guerra el joven Antschel regresa a Czernowitz, y de allí emigra a Bucarest en 1945,
donde trabaja como traductor del ruso al rumano, idioma al cual traduce a Chéjov, Simonov, Lermontov; por esa época cambia su nombre: un anagrama de su apellido, tal y como se escribe en rumano, Ancel, para convertirlo en Paul Celan, nombre con el que será conocido desde entonces; bajo ese apellido publica en traducción rumana - hecha por su mejor amigo de Bucarest, Petre Salomon - su famoso poema Fuga de muerte [Todesfugue], el primer gran poema que se haya escrito sobre Auschwitz, el único poema de Celan que acepta Primo Levi, algunas de cuyas imágenes adopta – "cavamos una tumba en el aire"-, y del cuál dice en un escrito autobiográfico: "Sólo logré penetrar el significado de algunas de sus poesías; una excepción es ‘Fuga de muerte’; he leído que Celan la había repudiado, porque no la consideraba como característica de su obra;
en mí, sin embargo, ese poema se ha enraizado como un injerto", [citado en Festiner, p. 331].

Huyendo de la Rumanía sovietizada, emigra a Viena en 1947, ciudad que le atrae por su gran tradición literaria, ciudad de poetas, por ejemplo Georg Trakl, y de gran tradición literaria judía aniquilada; allí conoce a la que más tarde será conocida poeta y novelista, Ingeborg Bachmann, con la cual inicia una relación atormentada, interrumpida en 1952 por el matrimonio de Celan con la pintora francesa y católica Gisèle Lestrange; reanuda en 1958 su relación con Bachmann, y la concluye definitivamente en 1961, relación que se documenta en una amplia correspondencia ya publicada y en la novela Malina de Bachmann, cuyo protagonista es Celan. Vive en Viena sólo unos meses, incapaz de soportar la atmósfera fascista, la supervivencia del nazismo; emigra a Francia en 1948, se separa de su mujer en 1969, viaja a Israel a finales de ese año, en 1970 se arroja al Sena, quizá desde el Puente Mirabeau. En Francia escribe la mayor parte de su obra y allí nacen sus hijos con Gisèle: Francois, muerto unos días después de nacer (1953) y Eric (1955). En 1949 conoce al poeta surrealista Yvan Goll, poeta judío alsaciano, a quien traduce al alemán; a partir de su muerte en 1950 su viuda Claire Goll inicia una campaña de difamación contra Celan, acusándolo de haber plagiado a su marido, larga campaña que sin duda fue causa indirecta de que Celan fuese poco reconocido en Francia, aunque también hubiera podido ser, como antes le sucediera a Walter Benjamin, que sus contemporáneos franceses fueran incapaces de reconocer su genio, salvo en casos excepcionales como los de Henri Michaux, Edmond Jabès, Yves Bonnefoy, En efecto, en un artículo de Les lettres francaises anunciando su muerte en mayo de 1970, se lee "En Francia no se conoce a Paul Celan", sí, un poeta desconocido que tradujo a Apollinaire, Rimbaud, Valéry, Char, Michaux al alemán y que había ganado los más prestigiosos premios en Alemania, el de literatura de Bremen en 1958. En su discurso explica "... el paisaje del que vengo -¿Por cuántos rodeos, ¿ pero hay verdaderamente un rodeo?- el paisaje del que vengo debería ser desconocido para la mayoría de ustedes. Se trata del paisaje donde tuvo su hogar una parte nada insignificante de esos cuentos jasídicos que Martín Buber volvió a contarnos a todos en alemán. Era, si se me permite contemplar este esbozo topográfico con algo que, desde muy lejos, viene ahora a presentarse ante mis ojos, era un territorio donde vivían hombres y libros" (Dossier, p.22).

En 1969 , al recibir el Premio Büchner, ya no explica su origen, ni justifica su pertenencia a una cultura asesinada, sólo habla de lo que para él es la poesía, o mejor, simplemente el poema:

" El poema es solitario. Es solitario y está de camino. Quien lo escribe queda entregado a él. ¿Pero no está el poema por esto mismo, es decir ya aquí, en el encuentro, en el secreto del encuentro? El poema tiende hacia otro, necesita de ese otro, necesita un enfrente. Lo busca habla para él. Cada cosa , cada hombrees, para el poema que se dirige hacia lo otro, la configuración misma de ese otro... Encuentro lo que enlaza y, como el poema, nos lleva al encuentro. Encuentra algo – como el lenguaje – inmaterial, pero terrenal, terrestre, algo
circular, algo que retorna a sí mismo en ambos polos y que con ello – de un modo más sereno -, incluso atraviesa los trópicos: encuentro ... un meridiano". (Dossier, p. 22)

Celan fue políglota, como muchos de quienes habían nacido en la confluencia de países que alguna vez pertenecieron al imperio austro-húngaro; por ello conocía ocho lenguas, el alemán, el hebreo, el yiddish, el rumano, el ruso, el ucraniano, el inglés, el francés y eligió el alemán como su lengua poética, para él la lengua materna, literalmente la lengua que le enseñó su madre, aunque podría decirse que por su lugar de nacimiento el rumano hubiese debido ser su primera lengua, el hebreo, en cambio, fue su lengua paterna, la lengua impuesta por el padre, a pesar de todo hablada y conocida con gran profundidad y finura, como lo demostró en su único viaje a Israel en 1969, unos meses antes de su muerte. Festiner, cuyo libro, Paul Celan, Poet, Survivor, Jew, es quizá el libro más completo que hasta ahora se haya escrito sobre Celan, transcribe una carta del joven Antschel dirigida a una tía materna emigrada a Palestina donde dice: ".. la manera como un judío del imperio austro- húngaro podía transitar del alemán al hebreo, de la lengua materna a la lengua santa (p. 4)". Además del hebreo, más o menos despreciada, estaría la lengua yiddish, reinvindicada apenas por un hecho literario, "Shakespeare también estaba traducido al yiddish", aunque esta lengua fuese luego recuperada en algunos de sus poemas por su expresividad lírica y su carga histórica. El inglés, otro de sus idiomas de adopción, quizá aún más que el francés, porque como ya lo dije era el idioma de Shakespeare y también de Emily Dickinson a quienes tradujo de manera insólita y brillante. Podría decirse lo mismo del ruso, sobre todo porque fue la lengua en la que escribieron dos de los poetas que más admiró y además tradujo, el ruso judío Osip Mandelshtam, deportado por Stalin a un campo de trabajos forzados donde murió, y Marina Tzvetáieva, cuyo dramático suicidio parece haber inspirado un pasaje de uno de sus poemas más enigmáticos, Aschen-glorie, si atendemos a lo que del poema explica Derrida.

Inútil subrayarlo: el alemán correcto, el idioma de Schiller, a quien Celan recitaba desde que tenía seis años, su madre había procurado que lo aprendiera bien, era una lengua adquirida, muy distinta del alemán hablado en el Czernovitz de la infancia del poeta: "No teníamos un lenguaje natural. Hablar buen alemán era algo que había que alcanzar. Se podía, pero no era fácil hacerlo", comenta un compañero de escuela de Celan [Festiner, p. 6]. El idioma alemán ha muerto, dijo Steiner, en un ensayo publicado en 1959 que causó gran encono, y disculpándose de reeditarlo en la compilación intitulada Lenguaje y silencio, agrega en nota a pie de página: "Si vuelvo a publicar ‘El milagro vacío’ es por la sencilla razón de que creo que las relaciones entre el lenguaje y la inhumanidad política son muy importantes: y porque creo que puede verse con apremio concreto y trágico respecto de los usos del alemán durante el período nazi y durante el olvido acrobático que siguió a la caída del nazismo, p- 133."

Se dice, y yo lo creo, que Celan logró resucitar ese idioma.

Añado una cita más, proviene de una carta de Celan, dirigida a sus parientes en Israel, fechada en 1948, cuando ya había decidido quedarse en París , aunque hubiera podido emigrar y reunirse con su familia o acercarse a Martin Buber, el filósofo judío que había emigrado a Palestina en 1938, a quien admiraba enormemente y cuya filosofía está presente en sus poemas y en un escrito alegórico, Conversación en la montaña, donde narra un encuentro voluntariamente fallido entre el judío Klein, el propio Celan y el judío Gröss, Theodor Adorno; en esa misiva apunta sus razones para elegir el alemán como su única lengua : "Quizá sea yo el último que debe cumplir hasta el final el destino del espíritu judío en Europa... [un poeta no puede dejar de escribir], aunque sea judío y el idioma de sus poemas sea el alemán [Festiner, p.57]".

(continuará) leer aquí la segunda parte