Recordando Cacharro(s): Tres inéditos de JOSÉ KOZER





poemas del libro inédito ZZZ160

editados en el último número de cacharro(s), que correspondió a enero-junio de 2005, expedientes 8-9








AUTORRETRATO (SESENTA Y TRES AÑOS) CAJA DE PANDORA

Alopecia, prurito el cuero cabelludo.

Un forúnculo en la frente.

Cefalalgias: no baja la presión arterial.

Una verruga en el glúteo, meteorismo, almorranas: habrá que meter cuchilla; yo
que pensé que esa zona permanecería intacta.

No eyaculo.

Mareos: la glotis políglota se ha vuelto monocorde.

Legañas: lirón se reabsorbe (otra caída sonámbula) en el sueño: derrame del ojo.

Tensión (ya está haciendo otra vez el gran simpático con acompañamiento de
neuronas, de las suyas): tirantez de cuello, hombros,
vientre, esfínter, muslos, empeine:
callosidades repartidas por todo el
territorio.

Halcón (Om) alrededor de una circunvolución (mani): disco rayado en su espesor
(padme) de una circunvolución (hum):
ni Buda ni la cabeza de un guanajo:
espesura.

Sobaquina, halitosis matutina, hoy descompuesto, mañana estreñido: incorregible.

Se me ha picado un diente, ya esto es el colmo, a mí, que a mí se me pique un
diente, lo nunca visto, yo que he tenido una de las
mejores dentaduras del país, en un país
donde el dentista se muere de asco
mirándose las uñas, musarañas en el
espejo, el consultorio vacío.

Zumbido permanente en el oído, de mayo a mayo ceniza: palpo la ingle, corindón.

El fiestero hace el papelazo de pedirle a la dama le conceda esta pieza en honor de
su cumpleaños: más muerto que vivo, al
al dar un paso, lumbago. Se sentó. La
Dama baila al compás de un trombón
(a solas).

Hernia de hiato; retención de orina, vegetaciones, artritis, gota a gota la gota
punzante con sus estrellas me interrumpe el ritmo
de la lectura. Oír música celeste. El
número sesenta y tres se me aparece de
bastón (temblón) pijama a rayas, gorro
de dormir, la compasiva mano del arhat
pidiendo a Ananda orientación, le pide
(vaya guirigay) a Buda, supervisión: intento
escuchar, ojo velado, espejo intérprete (de
sí) mi espejismo.

Destapo la caja, terminó la inspección más o menos cutánea, Pandora salta de
Afrodita en Celestina travestida: la inteligencia de
Atenea se ha convertido en verme de un
solipsismo: y de las Gracias y las Horas
al extender yo la mano recibo cascajo,
papilla de malanga con zanahoria.


ÁNIMA

Otra latitud, otra estela, sólo un mugido y el tocón a la entrada: nogal. Los ecos
eslabonados de unos mugidos provienen de
trasfondos alejados que el mismo viento
contribuye a alejar: el eco en los ojos muda
de pupila en pupila. Desiste: se desvanece.
Veo y no oigo la estela de mis pasos por el
camino de hojarasca (fango, y más fango)
el eco me condujo a otra latitud.

Esto es un boceto de lo que no es, de perfil, muy limado, carece de relieve,
deslucido arabesco de penumbra, su vacío retoco (cueva
de Altamira): Corot podría darme una mano
(inútil) Constable, por pintoresco, no es que
me ilumine pero al menos me permite sostener
en mis adentros alguna ficción rural: un giro
del reojo izquierdo a lo campestre, guisantes de
Werther, el anhelo (quizás, sedicioso) de fray
Luis, ajeno a lo canallesco de la vida agraria de
los pueblos.

De latitud en latitud, cargado de diagramas, entramados, huecos ensamblajes,
fabrico estelas: y la correspondiente lápida. El epitafio
(croquis de sí) el mismo: no encuentro la vida
que pretendo; es decir, tal y cual vivo (ya que
no tengo quejas) mas en otra estela de tiempo
prolongando el eco eslabonado de los mugidos
(alejados) de una vaca: y yo, en su trasfondo.
¿A qué? En verdad, nada pido del otro mundo
(ahora bien, eso sí, aplazar, cuando menos,
otros dos siglos esta vida aunque haya que
reponer (transmutar) nuestros órganos con
materiales más o menos indestructibles):
vida manumitida del boato inmediato de la
Muerte.

¿Y en qué consiste la sencillez? La sencillez consiste en ordeñar la vaca por mano
propia y atenta, distribuir los cántaros, no
comerse de un golpe los quesos. ¿Y luego?
Pues luego, en esta latitud, todo es aún más
sencillo: no hace falta calefacción. ¿Jamás?
El pan, bazo. El vino, blanco (produce menos
ardor de estómago). La compañía, ni que
decirlo tengo, Guadalupe. Pídola, en calle
Estrada Palma, con el grupo: a la una mi mula,
a las dos mi reloj, a las cuatro mi gato, a las
cinco te hinco, a las siete machete: ya voy
mamá, un rato más por favor. Alcanzar, quizás,
la meta nonagenaria, con su poco de artritis y
(cruzo los dedos) sin tener que pasar por la
antesala de los quirófanos. ¿Y el resto, catecismo?
Look here, I’m Jewish. De libros escoger un
par de docenas: y a releer. No dar más vueltas,
directo al tocón de nogal, la puerta abierta a la
hora del crepúsculo, Bach al fondo: en voz baja.
Me llega, me llega en voz del todo baja. Y tomarla
de la mano. Un boceto (ahí) más que suficiente.
¿Despedida? Por favor, ¿a qué viene eso? Una
latitud precisa la manzana, el vaso de agua del
tiempo (ya se ve que el agua es siempre temporal)
unas galletas de sal con un poco de queso y timba,
a las hormigas un resto (levanto el pie) y de ese
resto dar la espalda a toda posible elucubración.


CHUANG TZU

Rapa, rapa cual si hubiera purificación.

Dame axioma, atabal fijo cual si la percusión hiciera aguas haciendo posible la
salvación: tres golpes el tambor de madera a
la entrada del Templo.

Este tamborileo en la cabeza no cede aún hasta cuándo la madera: aracnoides,
padece.

Una madera exenta de crepitación configurada gallo activo en oquedad: piamadre.

Dale una mano de linfa al gallo puesto de perfil, dos puntos ciegos la dilatación de
Las pupilas.

Se vea pavo real, savia absorta en la negrura de una pupila carnal (duramadre)
exenta de circulación.

Franja de luz cegadora embeba al gallo en la madera vuelta de revés pupila, y de
revés mi caduco occipucio con su cabeza rapada, anverso
del pavo (¿real?) de perfil.

Rapa, rapa excedente de voz, activo tamborileo, arco iris la oquedad del pavo real
al desplegar su rueda: rapa fulgor, esplendor, el destello
azabache de la luz, junta las manos para que pueda
subir yo el primer peldaño de la escala de Jacob.

Luz matutina primera me tergiversó a lo oriundo esta mañana: luz matutina se
denomina el amanecer.

Soy tegumento de la madera, actividad mineral del gallo, parénquima, parénquima
de la parte más dura del lignito.